“Los furtivos no son pobres, son terroristas y mafiosos”

Por Lola Huete Machado

El coordinador Nacional del Proyecto Rhino en Botsuana cree que cooperación internacional y buena política lo son todo en la protección de las especies amenazadas

(MAUN, Botsuana, África).- Puestos a hacer listas de especies, los rinocerontes y Map Ives podrían aparecer en una misma: la de seres dignos de ser protegidos. Los primeros, por su dramático escaso número. Él, por su empeño en salvarles la vida sea como sea y con optimismo a pesar de los malos tiempo para la lírica salvaje y animal. Ives es empleado de Wilderness Safari, la mayor empresa de tal actividad (safaris) en Botsuana, y coordinador del Botswana Rhino Reintroduction Project. Los rinocerontes son especie muy amenazada, y lo demuestra este hombre de 70 años, barbudo, de piel transparente, mostrando folio en mano las cifras crecientes de la caza furtiva (poaching) en la zona Sur de África: en 2007 se cazaron 13 de tal modo; en 2008 fueron 83; en 2010, ya 900; en 2015 andaban por los 1.228… Y así, ejemplar tras ejemplar, un puro goteo sangriento que los condena a la extinción. «Genocidio de rinocerontes», lo llama. Todas estas estadísticas trágicas aparecen mencionadas en el South African Department of Environmental Affairs en 2016. Las cinco especies existentes están clasificadas en la lista roja de especies amenazadas que se revisa cada año (ver IUCN Red List, la más actual y reciente aquí).

Y sí, los furtivos arrasan en esta y otras tierras del África austral o allá donde exista vida salvaje, movidos por un mercado asiático y árabe ávido de cuerno de rinoceronte o de marfil (en el caso de los elefantes) para usos diversos, desde el medicinal más tradicional al puramente decorativo pasando por el de supuesto estímulante sexual. Mafias bien organizadas que se infiltran muy lentamente entre los locales hasta conseguir lo que buscan. Las técnicas se han refinado en los últimos tiempos, se han vuelto más invisibles. Y modernas. “Ahora, cuando tienen la presa geolocalizada, la avistan desde helicópteros, disparan, lo inmovilizan, le cortan el cuerno, se van y lo dejan ahí desangrándose». Hoy el valor del kilo de cuerno de rinoceronte ronda los 52.000 dólares, asegura Map Ives. «Por uno completo se puede pagar unos 250.000; una operación redonda”.

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Imagen de Alfredo Cáliz.

Lo cuenta al detalle en la sede de Wilderness Safari, un precioso edificio de estilo colonial, de madera, con plantas, flores, mapas, fotografías y pinturas de animales por todos lados, situado en Maun, la localidad que es puerta al Delta del Okavango y más allá el parque Nacional del Chobe. Un mundo único este, queuna vez visto cuesta olvidar dada su magnificencia. Trabaja en turismo desde 1980 y él es, puntualiza, mostwana (el gentilicio en singular en este país; el plural es bestwana), de Francistown (más hacia el Este). Recorrió el Delta como guía profesional durante 36 años, así que ese inmenso lugar mutante, de extraordinario paisaje esmeralda, lagunas, y animales a miles, protegido por la UNESCO es como su propia casa.

Por allí anduvo, estudiando su riqueza con detenimiento, haciendo lista de animales y plantas… «Llegué a catalogar 1.370 diferentes. Y lo mismo entre las aves o los insectos… En los años noventa esto era un ecosistema intacto, pero, entre otras cosas, el furtivismo ha acabado afectando a todo, los rinocerontes se acabaron con la caza… ¿Cómo hacerlos volver? La mejor manera es traerlos de vuelta y para eso el mejor método es tener dinero suficiente para toda la logística que eso implica”. Y en eso anda, con espíritu optimista a pesar de las estadísticas, dando vueltas por el mundo en busca de fondos para ampliar lo más posible el proyecto Rhino. “Yo hago conservación ahora, aunque sea desde una compañía de turismo como es Wilderness Safari. No somos los únicos. A veces nos preguntamos qué somos, ¿una compañía de turismo que se dedica a la conservación o una de conservación que se dedica al turismo? La respuesta es: ambas cosas”. Sonríe.

Sus cimientos son el turismo. Los de Ives, los de Maun, los de este país entero que tiene más animales que personas (dos millones de habitantes). Y lo aclara: “No sólo es que la llegada de visitantes represente empleo para la gente local sino que es beneficioso para el propio Delta”. Tal lugar puede ser explorado desde infinitos puntos de vista (agua, clima, flora, fauna…incluso para encontrar petróleo, cita)… “Así que la pregunta aquí es: ¿Cómo protegerlo?”. Respuesta: con el turismo de bajo impacto, regulado y beneficioso. Y en eso andan desde hace rato, todos a una.

Cuenta cómo en 1984/85 el Gobierno «hizo política de futuro». Puso en marcha políticas de largo plazo para este área, siempre con la idea de no cambiar el entorno. El lema nacional era y es: “Low volumen, high cost, low impact (bajo volumen, alto coste, impacto mínimo”. Tales son los tres pilares: “Menos gente, menos coches. La calidad es tal que tienes muchos trabajos de alto nivel, los ingresos del país son altos en este sentido y el impacto en animales y plantas, muy bajo. Yo soy un gran defensor de este tipo de turismo y lo defiendo desde mi propia compañía”.

Map Ives describe cómo la ciudad de Maun misma ha mutado con el tiempo. De 5.000 habitantes en 1990, sin luz, apenas una línea de teléfono, aeropuerto sin pista, sólo tierra compacta… Y con pocos turistas… «A lo que ves ahora», señala alrededor. «Bajo el paraguas de la política mencionada se ha construido todo esto, y todo poco a poco, con muy bajo impacto, de forma sostenible. Porque este Gobierno entendió cuan valioso en este territorio para el país…». Así, cuando su organización, Wilderness Safari se acercó a ellos con la idea de devolver los rinocerontes perdidos a Botsuana, traerlos de otras partes, contribuir a su adaptación, procreación y conservación… ellos se mostraron receptivos y entusiasmados. «En 1999 firmamos un acuerdo de colaboración y el proyecto ha crecido tanto desde entonces, que esa es una de las razones de que yo sea coordinador nacional».

– ¿Cuántos rinocerontes hay en verdad ya trasladados?, le preguntamos

– «Es secreto», responde. Igual que el lugar donde se encuentran. Y luego: “Se mueven animales de un sitio a otro desde el año 2000, ahora hay investigaciones de todo nivel incluída la genética, sí, para recuperar subespecies perdidas”. Cuando hay un traslado, suele tener eco mediático. Rinos dormidos y colgados de helicópteros cruzando las extensiones infinitas del Sur de África… Las imágenes inundan las redes sociales y los telediarios.

«En muchos lugares el furtivismo se ha asociado a la pobreza de la población»…, le comentamos.

Y él reacciona de inmediato y asegura que eso era antaño, quizá, pero ya de ningún modo. “Son organizaciones, ex soldados, gente sindicada, bien preparada, bandas criminales, por ejemplo en Mozambique, o hasta terroristas, actúan en todas partes, incluso con códigos vía satélite… Ellos no son gente pobre de una aldea que necesita carne para comer, para sobrevivir, nada de eso. La gente local no está interesada en cuernos para el salón de la casa. Esto está organizado por ricos, por los chinos que suman cada semana 10 nuevos millonarios y está atraídos por las cosas caras, por este tipo de posesiones que se consideran símbolo de poder”. Y enumera otros sectores de funcionamiento similar al mercado de colmillos y cuernos: trafico de personas, armas, drogas…

“Alguien controla el negocio, no se conocen entre ellos, trabajan para organizaciones. Por ejemplo, aquí en Botsuana sabemos que hay 5 compradores, vienen de Zambia, Zimbabue; no se conocen entre ellos, no se les identifica porque son muy listos, no se dejan ver, hacen trabajo silencioso, se quedan en un sitio, se involucran con la gente local, buscan sus debilidades, el alcohol, falta de dinero, mujeres… La corrupción es el mejor arma, la más peligrosa. Aquí tenemos poca población, dos millones de habitantes, y esta es muy consciente de sus bienes y tesoros, así que lo tienen más difícil, pero en Tanzania, por ejemplo, es terrible».

Y de nuevo: ¿Por qué cree que su modelo tiene y tendrá éxito?

“Porque hay una intención política, del presidente Khama por acabar con toda corrupción; porque tenemos un Ejercito entrenado para la protección de los animales, apasionado por esta tarea y con buenas relaciones con la sociedad civil; porque el Estado y las empresas privadas están unidas en esto, por la poca población y la profunda tradición democrática que poseemos: en cada pueblo todo se discute públicamente en el kgotla, son como las cortes locales, y todos entienden que la conservación es buena para el turismo, para el país, para todos”. Con todos estos factores, asegura, han conseguido que la población de rinocerontes crezca entre 5% y 6%. «La buena política lo es todo», concluye.

De: elpais.com

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