Por Ricardo Bustos
¿Los argentinos somos o nos hacemos? Pensamos en grande pero hacemos todo en chiquito, hablamos de nacional y popular, detestamos al imperialismo, pero copiamos todas las costumbres, música, comidas, vestimenta, igual que los norteamericanos.
Ahora para seguir la tendencia de la moda, porque somos fanáticos de las «marcas», cueste lo que cueste, aunque la calidad sea una porquería que fabrican en los talleres clandestinos que los famosos poseen en gran parte de los barrios pobres del país nos ponemos la ropa con tendencia europea, los pantalones de varón parecen calzas de mujer, los aretes y piercing son lo último y ni hablar de los tatuajes en donde homenajeamos a cualquiera y después cuando se nos va la emoción no hay marcha atrás.
Basta con ver los avisos comerciales en la TV para comprobar la falta de compromiso con la propia familia, en donde pocas veces presentan a Mamá y Papá junto a sus niños porque siempre es la madre la que lleva el peso del hogar y cuando aparece el esposo, la dama está volando por las nubes con una tarjeta de crédito comprando ropa para Ella y olvidando que en casa está la bebé y ÉL.
Se impuso de manera brutal el consumo, demostrando que puedes ser feliz si tomas bebida alcohólica, mucha bebida alcohólica, o si a los 35 años todavía eres adolescente, dejando las responsabilidades al margen porque para eso habrá tiempo. Las multinacionales que fabrican cigarrillos, no conformes con el daño que hace el tabaco, ahora están produciendo cigarrillos con marihuana para consumo masivo y nadie controla nada.
Algún día se darán cuenta que con prohibir la publicidad del cigarrillo no alcanzaba porque los resultados están a la vista, no solo mueren por cáncer de pulmón sino que terminan todos descerebrados.
No estoy para nada en contra de los gustos que tienen los ciudadanos, especialmente en lo musical, pero enciendes el televisor o la radio y el rock está a todo volumen las 24 horas del día, hasta en un noticiero te muestran una noticia y de fondo se escucha una canción en inglés cuyo intérprete no todos conocemos, pero sirve para tapar lo que quieres escuchar de quien está relatando la información.
Los programas que se promocionan tienen todos el mismo contenido musical. El festival del rock de aquí o de allá y sale la publicidad de cuanta cerveza, fernet, vodka o algún energizante que hay en el mercado, mostrándonos las bondades del líquido elemento, fresquito para sentirte mas «hot», que según parece es la moda y no vayas a quedarte fuera del sistema porque ahí sí que, como dicen los entrerrianos «no te pela nadie».
Cuando vas con el auto y te toca un semáforo en rojo, seguro alguien enchufado con los auriculares en sus orejas cruzará la calle sin importarle cuántos metros le faltan para llegar a la otra vereda, pero si ocurre algún accidente ya sabemos quien lleva las de perder.
Es una mentira que todos los libros son buenos o que no hay música mala. Algún día habrá que desenmascarar a quienes inventaron esa farsa. En lo personal soy un admirador de la música barroca, pero eso no quita que me guste todo tipo de música bien interpretada, aunque hoy veo que hay muy buenos músicos pero malos cantantes y con la mezcla de sonidos que rompen los tímpanos, sumado a la iluminación, vídeos y escenarios gigantes, la gente que va a un recital ni se da cuenta.
Imagino a esos mismos grupos haciendo un show con el mismo sonido de hace 40 años en un club de Barrio como eran los que presentaba «La Escala Musical» en todos los días de carnaval y después veremos donde iban a parar los huevos que le hubieran tirado al escenario.
A los 24 años Dios ya me había regalados los dos hijos, por lo tanto, como se decía antes, ya eras un hombre responsable y debías asumir que aquello que no hiciste cuando no tenías compromisos, a partir de ese momento «alpiste». Hoy veo a los jóvenes que superan los 30 años, haciendo cosas de adolescentes, no asumiendo que ese rol pertenece precisamente a las chicas y muchachos que están en la adolescencia.
Si quieres escuchar un tango, milonga, chacarera, chamamé o zamba, deberás esperar a que se realice algún festival en donde convocan a los músicos e intérpretes de esos géneros, de lo contrario lo único que te queda es el kiosco de la terminal y por ahí conseguís algún CD porque en las disquerías están como escondidos.
Mi generación, es responsable en gran medida de lo que hoy ocurre con los jóvenes que no quieren crecer, por no haberlos preparado para desenvolverse con serio compromiso en la vida.
La responsabilidad es una y para todo, por ello cuando nos alejamos de ella suceden cosas que después nos costará mucho esfuerzo repararlas.
A nadie le hubiera pasado por su cabeza que en un viaje de placer, los turistas olviden a sus familiares en Estaciones de Servicio de otro país y comprueben muchos kilómetros después la ausencia en el asiento del acompañante que la misma persona que forma parte de su familia no estaba sentada allí. Esto es falta de responsabilidad, ignorar lo que ocurre a nuestro lado nos lleva a cometer cualquier locura.
La pregunta sería ¿Cómo arreglamos esto? y las respuestas miles, empezando por averiguar qué hicimos para estar así, o si realmente esta es la vida que nos gusta y basta de cuestionarnos de manera hipócrita.
«El problema es que el entorno político moderno ha comenzado a actuar con la irresponsabilidad propia del arte, reduciendo la vida a un concierto absolutamente ficticio; ha transformado la sociedad en un teatro y al pueblo en una masa de espectadores». Yukishima – escritor y dramaturgo japonés.
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556