Por Ricardo Bustos
No se si soñé o vino a mi mente algún deseo por algo que me trajo recuerdos de la infancia. Quizá haya sido el verde que se apoya en la hermosa tierra colorada que cobija mi ser en la juventud acelerada de mi veteranía y me despeja un poco para volver en el tiempo, buscando aquello que nos hizo a todos felices mientras la inocencia se adueñaba de nuestras almas.
Estoy en Misiones, viajando por la ruta nacional 12 hacia las Cataratas, es común encontrar a la vera del camino a muchos «gurises» que cuando pasa algún vehículo, levantan sus brazos y con las manos saludan regalando alegrías y por cierto, recibiendo muchas mas.
Algo de ello me ocurrió hace unos días pero en esta oportunidad sentí la necesidad de detenerme, dar marcha atrás por la banquina y acercarme al grupo que me había saludado. Para quienes habitamos esta zona, es conocida la presencia de los chiquitos de las etnias aborígenes porque esta es su tierra y para quienes no lo saben, somos nosotros los extraños, por lo tanto, nuestro comportamiento, respeto y solidaridad, deben estar presente en todo momento cuando tenemos la posibilidad de entablar alguna conversación con los menores y ellos nos devuelven lo mismo porque así se lo hacen saber sus mayores.
Luego de una charla un poco complicada porque algunos no hablan ni entienden bien nuestro idioma (y nosotros menos el de ellos), golosinas por medio, con un apretón de manos al estilo guaraní, dejé el lugar y continué con mi viaje.
Aquí en Misiones, todo queda cerca y es tan bella la Provincia que no hay tiempo para aburrirse porque solo con observar la naturaleza y lo que nos brinda, llevaría varias vidas poder apreciarla en toda su magnitud y lo mas insólito es que… está en Argentina, enclavada como una cuña entre dos países como Brasil y Paraguay, con una mezcla de etnias, razas, religiones, costumbres e idiomas que asombran a cualquier visitante que llegue desde lejanos destinos.
A pesar de encontrarnos geográficamente a 1400 kms. del centro político y económico de Argentina y con el relato humanizado de lo que representa un territorio, aquí también los ciudadanos de cualquier edad, se alimentan, estudian (algunos con clases bilingües) y necesitan más hospitales ,médicos, enfermeras porque al igual que quienes a diario se esfuerzan por sobrevivir en las grandes ciudades, aquí lo hacen en pequeños Pueblos o Villas, que en nada se parecen a las conocidas de los grandes conglomerados ya que la cultura del trabajo está presente y será muy difícil para la dirigencia política torcerles la voluntad de ganarse el sustento para mantenerse.
Volviendo al inicio el motivo del escrito era un sueño de infancia.
Recuerdo que escribía una carta a los Reyes Magos, los de mi época, en mi ciudad natal cuando las calles tenían adoquines de piedra prolijamente colocados y en la vieja calle 12 de La Plata, para estas fechas, estaban en las veredas de los bazares o jugueterías todas nuestras ilusiones, las que volcábamos en las cartas que por cierto, nos escribían nuestros hermanos mayores o alguna tía y ni hablar de la ceremonia para buscar el alimento para los camellos.
El tiempo pasó, los años se nos vinieron encima, pero aquella ilusión sigue intacta y lo único que ha cambiado es el pedido que haríamos en la misiva a los Reyes, hoy la carta tendría diferentes motivos o deseos por cumplir y en ellos estaría incluida la dirigencia política, porque no hay juguetes en nuestras veredas, ni hermanos o tías que nos la escriban pero si unas enormes ansias de ver cumplidas las promesas que nos hacen para «salvar» una vez mas al devastado país que nos dejan aquellos que tuvieron todo el tiempo del mundo para hacer algo mejor por nosotros, los pobladores de toda la República Argentina, los chicos aborígenes, los que igual somos hermanos de ellos pero descendemos de europeos o africanos o de cualquier lugar en el mundo, los jóvenes y los viejos, sanos o enfermos que nos preguntamos…:
¿que hicimos mal para tener que cambiar el tenor de la carta a los Reyes Magos?. Quizá, para muchos será mas difícil aún pensar antes en Papá Noel porque visto como viene el tema económico por estos días, habrá muchos puentes con el agua sobre la ruta que nos será imposible cruzar y los desvíos con tanta lluvia tendrán mucho barro que no nos permitirán continuar con nuestro viaje.
En muchos lugares, deberemos barajar y volver a jugar para ver como en el truco si nos llega algo bueno de mano para ojear la carta y apostar una vez mas a ese futuro que no vemos con tanta claridad como cuando éramos niños.
Según Mauricio Rojas, en su libro Historia de la crisis argentina, hay países que son ricos, hay países que son pobres y hay países pobres que se están haciendo ricos y luego… está Argentina.
El país que a principios del siglo XX era mas rico que Francia, Italia y Suecia, está ahora en la bancarrota y agrega que a este estado llegamos luego del populismo, nacionalismo, proteccionismo y un aparato gubernamental crecientemente corrupto. Tras décadas de conflictos redistributivos destructivos, inflación galopante, escándalos políticos fuera de lo común y reformas abortadas, Argentina se encuentra nuevamente ahora en una encrucijada dramática.
En lo personal y sin temor a equivocarme, creo que ya ha pasado aquel momento en donde siempre culpamos unos a los liberales, otros a los de la izquierda y probamos de todos sus licores, esos que nos patearon el hígado… muy mal.
Cuesta entender cómo es que fuimos un país tan poderoso y hemos llegado una vez mas a la ruina económica del presente, aunque nos quieran hacer creer que aún estamos viviendo en la década ganada o lo anterior fue infame. Ni lo uno ni lo otro, pero tampoco la nada.
Es bueno leer y mucho para poder hablar con los vecinos y conciliar los pensamientos sin discusiones altaneras que solo conducen a perder las amistades.
Leyendo al filósofo Juan José Sebreli, con sus casi 86 años sobre los hombros y una enorme capacidad mental, me quedo con una de sus reflexiones sobre la situación actual de nuestra amada República sin ningún tipo de ideología en lo personal que afecte a cualquiera que no esté de acuerdo. Dice Sebreli…:
«Las villas miserias crecen y crecen en una forma espectacular. La gente duerme en la calle. Yo tengo muchos años, he vivido todos los regímenes. Yo me acuerdo la sorpresa que sentí por primera vez en mi vida cuando fui a Brasil y a Chile y vi gente durmiendo en la calle. A mí me parecía que estaba en África. Y hoy los tengo en la esquina de mi casa. Hablo de una decadencia que empieza ya después de la Segunda Guerra Mundial por causas económicas, políticas y sociales y de todo tipo. Después de 50 años no es crisis, es decadencia»…
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556