Por Sin Reservas
La monja Isabel Solá Matas, de 51 años de edad, de España, que tras haber trabajado en Guinea Ecuatorial, una nación de pauperrimas condiciones, llegó a Haití, en el año 2008, donde encontró un panorama mucho peor.
A los pocos años, también encontró una vil muerte. El 2 de septiembre del año 2016, la misionera catalana recibió dos disparos a la salida de un banco en Puerto Príncipe, para robarle sus pertenencias.
Apenas transcurrido un año de su llegada a AYUDAR a estos necesitados, Isabel, tuvo que soportar los embates del terrible terremoto del 12 de enero de 2010, un devastador sismo de 7,3 grados de magnitud en la Escala de Richter.
Tras la catástrofe, Isabel, creó un «Taller de prótesis» para atender a los cientos de personas que perdieron algún miembro.
Pero, al solo el transcurso de seis años de su crimen estos antisociales repitieron la escena, y asesinaron el pasado 26 de junio, a la monja Luisa Dell’Orto, de 64 años de edad, de Italia.
La hermana Luisa, llevaba 20 años dedicándose a cuidar niños pobres, también en la capital, Puerto Príncipe, donde fue asesinada durante una agresión armada, probablemente con fines de robo.
Dell’Orto, gravemente herida, fue trasladada a un hospital, donde falleció. Ofrendando así su vida a los demás.
Luisa, nació en Lombardía, en el norte de Italia, dirigía un hogar para niños en un suburbio muy pobre de Puerto Príncipe, informó la Diócesis de Milán.
Los Dominicanos deben «Poner su balba en remojo»
Ante estos horripilantes hechos, los Dominicanos deben estar muy claros que estos elementos no agradecen ni se apiadan de nadie, y si arremeten sin contemplación contra dos religiosas que están metiendo sus manos para paliar su situación, que será contra ellos que aunque también contribuyen y les resuelven, guarda una diferencia con las dos monjitas.
Pues consideramos que esos dos ejemplos son más que suficientes, para que piensen en lo que pudiera pasarles con el descuido que tienen las autoridades ante esta invasión.
Por qué es bueno que recuerden que a ellos les inculcan desde pequeños que la República Dominicana es suya.
Entonces los dominicanos deben de estar muy claros que los habitantes de esa selva no tienen contemplación ni se apiadan de nadie, por servicial y prestele la ayuda que le preste.
Ahí tienes dos ejemplos, que a nuestro entender son los meramente suficientes para demostrar que hacen daño sin miramientos.
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