Por Washington Cabello
(WASHINGTON, D.C., Estados Unidos).- Millones de colombianos, sufrieron lo que no debemos desearles a ninguna comunidad en el ámbito mundial, durante décadas fue víctima de la más cruel barbarie por un grupo de guerrilleros, mal llamado Fuerzas Armadas «Revolucionarias» de Colombia-Ejército del «Pueblo» o FARC-EP.
Esta pandilla, que no es más que un grupo delincuencial, cometedor de los más crueles asesinatos y sembrador del terror en Colombia, ahora aspira colocándose detrás de escudo de la «paz» agenciarse el poder y así poder «legalmente» seguir cometiendo sus atrocidades, pues apuestan a la vapuleada frace «El pueblo no tiene memoria».
Estos delincuentes que no se inmutan ante nada, tuvieron la cachaza de juntarse (por suelte un grupito) en el Cementerio el Apogeo del sur de Bogotá, para homenajear a su máximo asesino, al más bárbaro de sus criminales, a Jorge Suárez Briceño, alias el ‘Mono Jojoy’, en el que participó su hijo y el delincuente llamado Carlos Antonio Lozada. Así como alrededor de 80 bandidos portando rosas rojas.
Para este grupito de «cosas» el maldito «Mono», que gracias a Dios desapareció de la faz de la tierra, y debe de estar en el infierno, fue un «luchador de las causas populares» y mostraron este escrito: «Defensor de los humildes».
Les dejo esto de aquí en adelante, para que sientan lo que he sentido por los miles de colombianos de bien asesinados por estas lacras, cuando leí esto que publica elmundo.es, que mas parece ser sacado de la boca de la Madre Teresa de Calcuta. Que «impotencia»… Que «ansias de justicia».
«Es un orgullo ser tu hijo», afirmó en su breve discurso Jorge Ernesto Suárez, que combatió al lado de su padre durante años. «Hoy pido perdón a Colombia por la guerra», dijo, y agregó que ahora trabajará por la paz.
No fue tan conciliador el comandante Carlos Antonio Lozada, uno de los que lideran el nuevo partido que conservó el nombre de las FARC. «Estamos aquí para rescatarte del olvido y del odio de quienes pretendían enterrarte en la Historia», aseveró. Tildó de «mensajeros de la muerte» a los militares que abatieron al ‘Mono Jojoy’ en un bombardeo, y al fallecido, de «indómito guerrero». A los críticos de las FARC como movimiento político, les dijo que «la paz los asfixia porque su elemento vital es la sangre del pueblo, la guerra les servía de pretexto para esconder sus porquerías».
Lozada anunció que no descartan «propone un reemplazo para Santos», aunque en un principio habían asegurado que sólo apoyarían a un candidato de otro partido que estuviera a favor de lo acordado en el proceso de paz.
«Junto al ‘Mono Jojoy’ aprendí humanidad y respeto al adversario», comentó a ELMUNDO.ES Julián Suárez, sobrino del homenajeado y miembro de su escolta cuando estaban en las montañas. Le recuerdo que su tío reunió a un grupo de secuestrados, entre quienes había dos mujeres que llevaban varios años en cautividad, sólo para decirles que se quedarían un largo tiempo más, y que, como miembro del Secretariado, ordenó acribillar a rehenes en caso de rescate.
«Son decisiones en el contexto de una guerra, nosotros también somos víctimas y si alimentamos el odio, nunca vamos a conseguir la paz. Se cometieron errores de parte y parte y nosotros vamos a asumir las responsabilidades que nos correspondan, no las vamos a tapar», respondió.
En cuanto a las voces que consideran el homenaje convocado por las FARC una «provocación», Julián alegó que su familia no había tenido la oportunidad «de darle cristiana sepultura y ahora podemos».
Cabe anotar que tras su muerte, el ‘Mono Jojoy’ fue trasladado a un discreto nicho del cementerio El Apogeo. Según un empleado, rara vez le visitaban y de vez en cuando lo hacían miembros de la policía.
«Era una persona con una fuerza moral innata, muy distinto a lo que venden los medios. Nosotros también somos seres humanos», comenta a EL MUNDO otro de los ocho sobrinos de alias ‘Mono Jojoy’ que pertenecieron a las FARC. «Los secuestros (algunos de 14 años) son porque estábamos en una confrontación y dentro de la guerra se da eso. Nosotros también tenemos nuestros presos y aún no los liberan a todos».
A pocos metros del grupo de seguidores de las FARC, un señor que prefiere ocultar su nombre, se acerca para dar su opinión. «Es un acto de apología del terrorismo, un homenaje a la sangre. ‘El Mono’ era sinónimo de barbarie», dice.
En entrevista telefónica, Héctor Angulo muestra idéntica indignación. A sus padres septuagenarios, les secuestraron las FARC en el año 2000, les degollaron porque el Ejército estaba a punto de rescatarles, y la familia aún clama que les devuelvan los restos. «Ese homenaje es un atropello, un insulto a las víctimas. ‘Jojoy’ simbolizaba lo peor de la guerrilla, igual alias Romaña. Es un absurdo completo que permitan ese tipo de eventos», señala. «Somos un pueblo sin memoria ni criterio para rechazar esas cosas, estamos dormidos. Y ellos ya se sienten como sentados en el Gobierno», añade.