Por José Luis de la Calva
(CIUDAD DEL VATICANO, Roma, Italia;).- El Papa Francisco recomendó a los líderes religiosos coreanos no ceder a la «retórica del odio» y usar palabras que se diferencian de la «narrativa del miedo», tan usado hoy en el mundo, para volverse «pregoneros de paz» que anuncien y encarnen «un estilo no violento».
El Papa Francisco recibió en el Vaticano al Korean Council of Religious Leaders, organismo que reúne a los líderes de las siete principales religiones de Corea, que se encuentran en Roma en estos días haciendo un peregrinaje interreligioso.
Francisco, insistió con ellos sobre la paz, la reconciliación y la no violencia en el momento en el que desde el norte de la península llegan amenazas de una guerra nuclear con constantes pruebas de misiles por parte del régimen de Pyongyang.
«El mundo nos mira, nos exhorta a colaborar entre nosotros y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad», afirmó Bergoglio. «Nos pide respuestas y compromisos compartidos sobre varios temas, la sagrada dignidad de la persona, el hambre y la pobreza que aún afligen a demasiadas poblaciones, el rechazo de la violencia, en particular aquella perpetrada profanando el nombre de Dios y deshonrando la religiosidad humana, la corrupción que alimenta injusticias, la degradación moral, la crisis de la familia, de la economía, ecológica y, no última, de la esperanza».
A los líderes de las religiones pidió «abrir, favorecer y acompañar procesos de bien y de reconciliación para todos», subrayó el Pontífice, que citó las palabras que pronunció en el encuentro del 18 de agosto de 2014 en Seúl con los mismos líderes, durante el viaje apostólico a Corea del Sur.
«La vida es un camino, un camino largo, pero un camino que no podemos recorrer solos. Hay que caminar con los hermanos ante la presencia de Dios», exhortó.
«¡Y es lo que se está cumpliendo hoy aquí, otro trecho de camino juntos!», afirmó el Pontífice. Un camino «muy largo», que hay que recorrer «con humildad y constancia, sin alzar la voz, sino arremangándonos las mangas para sembrar la esperanza en un porvenir en el cual ayudar al hombre a ser más humano, un porvenir en el que se escuche el grito de los tantos que repudian la guerra e imploran mayor armonía entre las personas, las comunidades, los pueblos y los Estados».
En su discurso Francisco citó también la «Nostra aetate» como signo de voluntad de la Iglesia católica de «encaminarse por los senderos, a veces nada fáciles, del diálogo, y de promover en particular el diálogo con los que siguen otras religiones». Diálogo hecho de «contactos, encuentros y colaboración», que es una tarea «preciosa y que agrada a Dios», pero al mismo tiempo «un desafío que se pretende hacia el bien común y la paz».
¡Y hoy más que nunca se necesita este diálogo, dijo el Papa, que no puede más que ser! abierto y respetuoso al mismo tiempo», porque solo de esta manera dará fruto. «Abierto, es decir, cordial y sincero, sacado adelante por personas que aceptan caminar juntos con estima y franqueza. Respetuoso, porque el respeto recíproco es la condición y, al mismo tiempo, el fin del diálogo interreligioso». De hecho, recordó Francisco, solamente «respetando el derecho a la vida, a la integridad física y a las libertades fundamentales, como la de conciencia, religión, de pensamiento y de expresión» se sientan las bases «para construir la paz, por la que cada uno de nosotros está llamado a rezar y actuar».
En particular, los líderes religiosos están llamados a «ser pregoneros de paz, anunciando y encarnando un estilo no violento, un estilo de paz, con palabras que se diferencian de la narrativa del miedo y con gestos que se oponen a la retórica del odio».
Francisco concluyó enviando un abrazo «al amado pueblo coreano, para el que —aseguró— no dejo de pedir a Dios el don de la paz y de la fraterna reconciliación». Y dijo: «que el recuerdo de la amistad y del bien recibidos los unos de los otros nos dé la fuerza para proseguir juntos, con la ayuda de Dios».
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