Por Ricardo Bustos
Quienes tuvimos la suerte de conocerlo, dialogar y aprender de su sabiduría campechana y pura, coincidimos con las declaraciones del presidente del Colegio Argentino de Cirujanos Cardiovasculares, aún perteneciendo solamente a la gran legión de admiradores silenciosos de su figura.
Hablamos del Doctor René Favaloro, que no es poco. El Doctor Fernando Cichero, lo recuerda como «Un tipo extraordinario, único, con la invención del bypass, Favaloro, hizo una revolución médica». Para quienes forman parte del cuerpo de profesionales en la Fundación Favaloro, «era un visionario y de mente abierta, porque pensaba que había que superar su trabajo».
Lo recuerdo cuando viajábamos en automóvil desde la Fundación, hacia la localidad bonaerense de San Vicente, en medio del campo, una mañana de invierno, con su poncho al hombro y explicando las bondades de la agro industria para la humanidad. Un hombre humilde de cuerpo y alma que por su técnica permitió salvar millones de vidas en el mundo.
Fiel a su estilo, el Doctor decía que «En cada acto médico debe estar presente el respeto por el paciente y los conceptos éticos y morales; entonces la ciencia y la conciencia estarán siempre del mismo lado, del lado de la humanidad».
El aporte de Favaloro, a la medicina mundial fue fruto de un profundo conocimiento de su especialidad a partir de los trabajos en investigación que llevó adelante en Cleveland, Estados Unidos, donde junto con su equipo desarrolló una técnica que logró darle expectativa de vida a los pacientes cardíacos.
Su aporte trascendió las fronteras. En los Estados Unidos, es uno de los cinco médicos más famoso de la historia.
El Doctor René Favaloro, se nos fue un 29 de julio del año 2000, pero antes nos dejaba una carta que nos hizo sentir parte de la basura que representaba la clase dirigente argentina ante una reacción lógica del hombre que llevó por el mundo la bandera nacional en alto, con orgullo pero con sacrificio propio porque en su país no logró contar con el apoyo que el Estado debía otorgarle para continuar sus investigaciones.
«Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad del privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario se castiga. Si se lee mi carta de renuncia a la Cleveland Clinic, está claro que mi regreso a la Argentina (después de haber alcanzado un lugar destacado en la cirugía cardiovascular) se debió a mi eterno compromiso con mi patria. Nunca perdí mis raíces. Volví para trabajar en docencia, investigación y asistencia médica. La primera etapa en el Sanatorio Güemes, demostró que inmediatamente organizamos la residencia en cardiología y cirugía cardiovascular, además de cursos de postgrado a todos los niveles. Le dimos importancia también a la investigación clínica en donde participaron la mayoría de los miembros de nuestro grupo. En lo asistencial exigimos de entrada un número de camas para los indigentes. Así, cientos de pacientes fueron operados sin cargo alguno. La mayoría de nuestros pacientes provenían de las obras sociales. El sanatorio tenía contrato con las más importantes de aquel entonces.»
No debemos ser egoístas. Son pocas las veces que los humanos ponemos en práctica esa frase. En orden de prioridades prefiero que los Hospitales funcionen de acuerdo a las necesidades de todos los ciudadanos, que sus profesionales perciban salarios dignos y no tengan que hacer guardias dobles para llevar un peso mas a su hogar, que la Policía pueda cumplir con lo que dice la Ley y no presionada por las autoridades de turno, que si se proyecta y presupuesta una obra pública no quede todo en un cartel en medio de los «yuyos», que los planes sociales tengan algún rédito laboral que beneficie al Estado, como por ejemplo, cada beneficiario que se encuentre en condiciones físicas de devolver algo de lo que percibe, realice alguna tarea que mejore el bienestar de todos los ciudadanos, incluidos los que reciben el subsidio que proviene del trabajo de otros ciudadanos que aportan para tal fin y cumpla con un horario semanal (pero comprobable) cortando el pasto al costado de los caminos urbanos, barriendo las calles por donde no pasa el barrendero municipal, cuidando que la gente no rompa algo que después costará el doble ponerlo en obra y muchas labores mas que no viene al caso enumerar pero son necesarias y justificarían en parte una contra prestación lógica que no implicaría sacrificio alguno para los millones de beneficiarios de los planes sociales. Son tantas las necesidades que tenemos en el país por tantos años de abandono institucional que no sabemos por donde empezar para volver a ubicarnos en la estación del tren que nos pueda llevar a un futuro mejor que toda la mentira vivida antes.
Imaginemos por un instante ¿que haríamos en nuestros pueblos con $ 5,000.000 por día? Si, entendió bien, son cinco millones de pesos disponibles para que una comunidad pueda mejorar la calidad de vida de niños, jóvenes y ancianos. La «salita» de primeros auxilios, pasaría a ser un pequeño hospital pero con todos los medios necesarios. Las Escuelas no deberían depender de las Cooperadoras o sea, los padres de los mismos niños que asisten a esa misma institución.
Quizá el extenso prólogo de la humilde reflexión, para muchos represente una exageración que nada tiene que ver con el tema en cuestión, el que preocupa tanto a muchos argentinos fanáticos del fútbol, aunque duela, un fanatismo irresponsable, lejos de toda realidad económico social por la que atraviesa el país. La noticia nos ha golpeado fuerte, pero ya es tarde para reproches y menos cuando las decisiones habían sido tomadas con mucha anterioridad y el nuevo gobierno encontró una bomba en el escritorio a punto de estallar.
Ahora que no habrá mas fútbol gratis para todos, nos enteramos que el Estado «despilfarraba» $5,000.000 por día para mantener a muchos dirigentes y jugadores que, hasta el día de la fecha, no sabemos que hicieron con ese dinero porque según las ultimas informaciones, los Clubes (Instituciones que se dice cumplen actividades sociales) están en proceso de quiebra desde que «no baja» desde el gobierno la orden de liquidar una deuda que nadie sabe si existe y mucho menos su valor.
El kirchnerismo tuvo la brillante idea de inventar ese mamarracho económico que generó a lo largo de siete (7) años una pérdida para todas y todos por $ 9,500.000 (nueve mil quinientos millones de pesos por pegarle a una pelota número 5) El Gobierno de Macri, también le giró a la AFA $ 1,800 millones el año 2016 y la justicia está esperando el informe de la comisión veedora que deberá explicar todo lo que encuentre en las cuentas de la AFA y el destino que se dio a los $120 millones que se giraron todos los meses a los clubes.
Leyendo las noticias que tratan de justificar el «fútbol gratis para todos» y reconociendo que siempre ha sido una mentira porque mas del 80% de las familias del país miran televisión por cable y hay que abonarlo mensualmente a un valor bastante salado, no podemos olvidar, con indignación, a este hombre grande de la medicina, a quien la historia ya lo tiene en el bronce porque salvó muchas vidas sin pedir nada a cambio, bueno…algo pidió en su momento al gobierno del Doctor de La Rúa y a todos los políticos de la oposición, para salvar a la Fundación Favaloro , la misma que aquellos que dieron la espalda a sus súplicas hoy utilizan sus servicios médicos de excelencia y visitan cuando tienen alguna dolencia.
Al Doctor René Favaloro, le negaron un subsidio y después al fútbol le regalaron millones sin ningún tipo de control.
Lamento que muchos tengan que pagar un abono extra para disfrutar del fútbol en la pantalla del televisor, pero prefiero que esas sumas de dinero se destinen a obras y emprendimientos productivos para que millones de argentinos comiencen a ver la luz al final del túnel y no la pelota en el arco.
«El hombre poco claro no puede hacerse ilusiones: o se engaña a sí mismo, o trata de engañar a otros». Stendhal (1783-1842) Escritor francés.
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556