MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
Hace ya mucho tiempo que un dilecto amigo, general de brigada de la Policía Nacional, hoy en retiro, me proporcionó en fotostática una crónica del periodista Rafael Meyreles Soler para el periódico El Tiempo de Madrid, España; sobre la que podría ser la última entrevista que concediera el Generalísimo Rafael Leonidas Trujillo Molina.
Confieso que no fueron pocas las veces que, en mi fuero, sentí la tentación de divulgar el contenido de la reseña. Sin embargo, a casi cuatro siglos la enjundia del discurso del sacerdote jesuita Baltazar Gracián, recreado recientemente por la periodista Cándida Figuereo de una manera magistral, pudo más que mis instintos.
A decir verdad, cualquiera no es quien tiene la capacidad para asimilar la importancia capital de ser prudente. El mundo está lleno de egoístas y de insensatos. Tanto es así, que para tener una idea de la suerte de canibalismo de la condición humana, sólo habría que recordar las causas fundamentales que originaron las dos guerras mundiales.
Sin embargo, en estos momentos, como si se quisiera apuntalar una tercera gran conflagración, están a la orden del día las protestas por la ola de espionaje que se ha desatado sin justificación alguna, pero sí con premeditación y alevosía, en tanto que, ante las irrefutables evidencias, el reconocimiento de la falta y las hipócritas excusas no se hacen esperar.
Pero bien, ese es otro tema; sin duda interesante, en tanto aporta luces en el orden psicológico sobre lo inescrutable y veleidosa que es la conducta humana.
Continuando con el motivo primario de este escrito, es decir, la conversación que tuvo el Generalísimo con Martha Marina Cisterna, periodista cuyos artículos y reportajes reproducía entonces la prensa de los Estados Unidos y la de otros países latinoamericanos, según Meyreles, es de orden precisar que contrario a lo que muchos de sus detractores aún piensan, El Jefe, conocía profundamente la historia de nuestro país y la idiosincrasia del pueblo dominicano…
Continuará.
