Por Maximino Brito Lazala
Ana María Henríquez, es un símbolo de emancipación entre Patria, Minerva, María Tereza, y el machete de Mamá Tingo. Conserva la ternura de una madre abnegada y la dulzura de la abuela, que espera ver la nieta a que le reconoce todas clases de virtudes, como el Sol de su mejor mañana, la ciudad cinco veces Centenaria que la vio nacer y crecer en su Casco Histórico, aunque con orgullo la llaman Zona Colonial, como si se quisieran hacer apología al dominio español, o a los 22 años de ocupación haitiana.
En la primada Ciudad del Nuevo Mundo los 100 años del nacimiento de MAMÁ TINGO, fueron celebrados en el Icónico Espacio de Galería Abad. Su asesinato fue en democracia, el más oprobioso hecho de la VIOLENCIA CONTRA LA MUJER, y con su sangre derramada hizo nacer en el Caribe Insular un grito libertario que resuena en América:
LA TIERRA ES PARA EL QUE LA TRABAJA!!!
Como a la distancia bendecir la tierra que inundó el charco de sangre de Las Mariposas, que parieron la democracia de esta media isla, y esculpir con su sacrificio en los cielos de los 5 continentes, NO A LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER!!!. Esa mujer es la Corona de Creación, ese sublime ser que sienta en su trono de Reina al ser madre, han forjado la Dominicanidad.
Con su sangre han abonado la sagrada y sacro santa libertad de la Patria, en María Trinidad Sánchez, fusilida por un terrateniente de El Seibo, usando la bestia que acompañó al Patriota, ahí se tiñó el Siglo 19 de oprobio, hasta que el grito emancipador y forjador de conciencia de Salomé Ureña de Henríquez, convocara a los Dominicanos ha emanciparse, en su poema Ruinas: La Atenas del Nuevo Mundo te llamaron… Y en el aplauso que te da la fama vuelve a sentirte la triunfal corona.
Entre Patria, Minerva, y María Teresa, camina Ana María, como una Mamá Tingo Urbana, ingeniera civil, artista plástica, actriz y madre, aplastando la VIOLENCIA y sembrando libertad.
El autor es: Ingeniero, Empresario, Experto en Geopolítica y Negocios y Poeta
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