Por Ricardo Bustos
Soy nacido en la Ciudad de La Plata y el querido barrio del Seminario Mayor frente a la Plaza Castelli, fué testigo de aquellos felices momentos de la niñez.
Vivíamos en la casa de los abuelos Isabel y Antonio, el Italiano calabrés y ella española de Lugo. Ahí si que no había grieta. Cuatro hijos trajeron al mundo en épocas muy difíciles. Ambos habían llegado a la Argentina huyendo de las guerras y hambruna en Europa de comienzos del siglo pasado. Algunos familiares quedaron en Brasil, otros en valle de Rio Negro y lamentablemente se fueron de este mundo sin poder volver a encontrarse con su sangre.
A la vuelta de casa, en la misma manzana con los terrenos que no tenían alambrado y pasábamos de una a otra casa, vivía Don Julio, un dirigente del Socialismo platense muy respetado. Uno de sus nietos, Julito, jugaba conmigo y los otros chicos del barrio después que salíamos de la Escuela. Nos gustaba mucho el fútbol y pasábamos horas pegándole a la pelota en la plaza. Jorge Martínez (hoy Médico), Lito Zappettini y otros tantos que no recuerdo ya sus apellidos. Éramos felices, no había grieta en las familias. Mi padre era Conservador, otros Radicales y alguno Peronista.
A Don Julio, jamás lo escuché pronunciando una mala palabra o con un gesto ofensivo a quien no pensara ideológicamente igual. Todavía lo recuerdo con su cabello rubio entrado en canas saludando a mis abuelos cuando pasaba por la vereda para ir a hacer las compras al almacén de Tavela. Cuanto respeto.
El tiempo fué pasando y la amistad continuó siendo la misma. Julito, el nieto de Don Julio, mi amigo, era fanático del Club Gimnasia y Esgrima de La Plata y yo de Estudiantes. Recuerdo que su equipo jugaba en un día laborable y el trabajaba en una Estación de Servicio, pero no dudó un instante y dejó a un compañero en su lugar para ir a la «cancha» a ver el partido.
Mas bueno que el pan Julito. Había heredado la ideología del abuelo, pero su juventud y falta de experiencia, lo llevó a caminos diferentes que nada tenían que ver con lo que defendía Don Julio. Una vez se dibujó en las zapatillas blancas el nombre del Che Guevara y yo sabía que él de eso no entendía nada porque no le gustaba leer y mucho menos la Escuela.
El camino elegido no fué el mejor porque en aquellos momentos, los gobiernos militares perseguían a cualquiera que tuviera algún aroma parecido al comunismo. Una mañana Julito no aparecía y todos estábamos muy preocupados porque el cambio que imprimió a su vida no nos permitía seguir sus pasos y tampoco nos comentaba que hacía últimamente.
La peor noticia llegó cuando nos enteramos que había aparecido muerto a un costado de la ruta que va desde La Plata a la Costa Atlántica. Nunca supimos que sucedió, pero suponíamos que algo tenía que ver su comportamiento ideológico en todo esto.
A partir de ese día, Don Julio, cambió su carácter y un enorme cargo de conciencia se adueñó de su ser. Nos decía que parte de lo sucedido era culpa suya por no haber informado a su nieto sobre los peligros que iba a enfrentar en esa época si opinaba libremente sobre su ideología de izquierda.
Hoy con la veteranía sobre mis hombros, veo a estos guerrilleros violentos pegando a los jóvenes Policías, arrojando piedras y cualquier otro elemento que les pueda producir daño en sus cuerpos, arrogándose la pertenencia a un partido político que dice ser Socialista y a otros dirigentes que, subidos al carro de un peronismo destruido acusan al gobierno de haber permitido la represión hacia los militantes que «protestaban pacíficamente», vienen a mi mente aquellos días con Don Julio y su nieto Julito, personas buenas, de bien, solidarios, buenos vecinos, sin violencia física o verbal y lo comparo con estas basuras que caminan.
Los Partidos Políticos históricos, están ocupados por intrusos de otras ideologías y comportamientos humanos, los mismos que hoy vemos en las calles del país con banderas coloradas, con etiquetas que pertenecen a otras latitudes y gente que está alejada de la Democracia verdadera.
Aquello fué dictadura, lo de ahora «anarquía».
El verdadero socialismo fué el de Don Alfredo Palacios, el primer diputado socialista de América Latina, Juan B. Justo, Alicia Moreau de Justo, Alfredo Bravo, el auténtico fundador de la CTERA. Uno de los intendentes socialistas más conocido fué Don Teodoro Bronzini en Mar del Plata.
La izquierda Argentina, hoy alimenta a gente como estos personajes: «Esto es peronismo muchachos. Todo tiene un precio. Por un piquete un día de semana te pagan unos 400 mangos, incluida la vianda y la movilidad en bondis. ¿Hay que llenar Plaza de Mayo? Bueno, ahí es otro tema. Se cobra bastante más y viene con chori y tetra. Si arriás a tus vecinos, cobrás el triple. Si hay que salir un día de lluvia, la tarifa sube un 50%. Para acompañar a las Madres un día jueves tenemos que hacer un descuento. Cuando hay que quemar gomas o generar un lindo caos como para que la gente se pegue un cagazo importante ahí nos sentamos a negociar. Porque una cosa es ser fiel a una causa, pero otra muy distinta es que crean que esto es por amor al arte», cuenta el Bryan de Dock Sud.
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556