Por Marisol Vicens Bello
La única cosa positiva que tienen nuestras largas, costosas y vacías campañas electorales, es que durante las mismas salen a la luz pública informaciones, que aunque muy lamentables, hace bien conocerlas para despertar conciencias y desenmascarar falsos discursos políticos.
Los escándalos que se han hecho públicos en entidades como la OISOE y la Autoridad Nacional de Asuntos Marítimos (ANAMAR), son solo una muestra de lo que sucede en un Estado que ha sido utilizado como un botín que manejan las autoridades de turno, repartiendo una parte entre sus aliados. Por eso mientras la visión sea esa, ningún gobierno será capaz de realizar las transformaciones necesarias en nuestro país y el crecimiento no será más que una burbuja soplada con endeudamiento.
Y es que la politiquería, el clientelismo y la corrupción sin límites, han distorsionado todos los conceptos y por eso muchas instituciones no sirven a los propósitos que deberían, sino que los políticos las han convertido en simples arcas de dinero, a las que se va a utilizar los fondos para beneficio del partido gobernante o aliado, o del funcionario de turno, que será designado allí, así como buena parte de su personal, sin que importe que tenga el perfil requerido, porque después de todo para lo que realmente harán, solo se necesita descaro y falta de escrúpulos.
Lo triste es que situaciones tan escandalosas como la de la OISOE estuvieran ocurriendo desde hace tiempo sin que fueran denunciadas, a pesar de que como han revelado algunos de los contratistas “desagraciados” con los sorteos de obras, el CODIA conocía esta situación y se hicieron múltiples reuniones para discutirlas sin que los dirigentes de la supuesta representante de esa clase profesional hiciera nada por sus miembros, ya que actúan conforme sus simpatías políticas y están más preocupados por mantener los privilegios del poder, que en cumplir con sus funciones.
Al silencio cómplice de muchos que hoy en día declaran que conocían estas situaciones, se une el provocado por el temor, como es el caso de los afectados y de los buenos empleados que existen en muchas instituciones públicas, que por no perder contratos y empleos se ven compelidos a voltear la cabeza ante los groseros actos de corrupción o a aceptar que su dignidad sea irrespetada. Pero también se une el de una prensa y una sociedad cada vez más plegada a la no contestación con los gobiernos, que cada día son más poderosos.
Es una pena que todo esto suceda en nuestro país, pero es todavía una pena mayor que haya sucedido durante mucho tiempo calladamente y sin ninguna consecuencia, porque lo que leemos, vemos o escuchamos está siendo manipulado, maquillado o filtrado por los poderosos hilos del poder.
Por eso paradójicamente debemos celebrar que gracias a la activación de la campaña por parte de los partidos de oposición, pues la del partido oficial hace rato que está en curso, y a las secuelas de la reelección impuesta en el partido oficial, se haya producido este destape que ha permitido que los ciudadanos recibamos informaciones que ni la ley de acceso a la información pública, los supuestos veedores o los fiscalizadores de cuentas iban a revelarnos, porque lamentablemente hasta lo que se sabe y lo que no se sabe en este país depende de la política. Y como el que no sabe, es como el que no ve, esperemos que continúen sabiéndose cosas que permitan ver a muchos, lo que hasta hace poco no veían.
De: elcaribe.com.do