Por Ricardo Bustos
Para algunos tengo la edad para ser su abuelo, para otros su padre, aunque se muy bien que estarán muy orgullosos de tener en su familia a hombres dignos de todo respeto y admiración, pero por si no te han contado, me gustaría que sepas cómo era nuestra vida allá por los años 60 o 70. Déjame ironizar y decirte que es un milagro que aún sigamos con vida.
Para los veteranos que no salimos del asombro, es muy reconfortante saber que los niños y jóvenes de esta época, han desarrollado su intelecto de manera brillante ayudados por la tecnología y los nuevos métodos de enseñanza.
La mayoría de nosotros, aquellos a los que llamaban hijos de familias trabajadoras, íbamos a la Escuela con un cuaderno borrador, el famoso único de tapa dura, la cartuchera en donde llevábamos los lápices negro y de color y una lapicera que tenía un plumín y debíamos mojar en el tintero que estaba en el pupitre del aula.
Muchas fueron las veces que volvíamos a casa con las manchas de tinta azul en el delantal blanco y nuestras madres se las veían negras para tratar de limpiarlo porque la cosa no estaba para comprar uno nuevo.
El libro de lectura o «Manual» que en mi provincia era «del alumno bonaerense» y en Nación «Estrada», era el mismo que utilizaron mis hermanos mayores como el diccionario y por que no, alguna ropa que les quedaba de un año para otro.
Cuando era niño, no existía el agua mineral y la Coca Cola no se vendía en Argentina, salvo en los Hipódromos o Casinos así que tomábamos agua de la canilla o la manguera y deberás saber que tampoco teníamos heladera como para beber algo fresco y si alguno de nuestros amiguitos tenía la suerte de haber conseguido por medio de su padre una botella de la gaseosa cola nos convidaba y todos nos prendíamos al pico.
Recuerdo que a casa venía todos los días el lechero con unos tachos de acero inoxidable y se suponía que era leche recién ordeñada, por lo tanto había que hervirla porque nada se sabía de pasteurizada. Somos viejos, pero ya en mi niñez tomábamos Vascolet, Toddy o cascarilla, que era algo parecido al chocolate pero amargo, pero claro, era mas barato. Recuerdo con alegría y hasta se me hace agua la boca haber comido esos panes con dulce de leche y manteca, con la cara toda sucia y pegajosa.
Cuando veo que ahora los niños toman Danonino, flan y yogurt con vitaminas y tantas cosas modernas para aquella época, me doy cuenta que tanto unos como otros, hemos sido parte de una vida que, en el fondo solo nos dejó motivos para creer, que ser niño es lo mejor que le puede suceder al ser humano, por su inocencia y sus alegrías.
Todos teníamos en casa una abuela o tía madura que cuando Mamá nos veía paliduchos, enseguida le recomendaban la «purga» para el nene y santo remedio o si estábamos con dolor de panza, nos llevaban a la casa de Doña Mecha y con el centímetro nos medía no se que cosa en la boca del estómago o nos tiraba del cuerito en la espalda.
Andábamos en autos que no tenían cinturón de seguridad, apoya cabezas, airbags, traba puertas para los niños, ¿frenos?.
De bebés y para orgullo de Padres y Abuelos, se peleaban para pintar la cuna con colores brillantes de pinturas a base de plomo, te imaginas ahora lo que sería para la ecología y ni hablar en verano cuando íbamos al río con carteles que decían «aguas contaminadas».
Cuando usábamos la bicicleta no teníamos ningún tipo de protección en la cabeza, a veces hasta sin frenos y flor de golpes nos dábamos, pero… a llorar al puerto.
Salíamos a jugar con la única condición de divertirnos, pero volver a casa antes del anochecer.
Las clases en el colegio, eran hasta el mediodía pero teníamos que volver a la tarde si era privado, solo nos daban una pausa para ir a casa a almorzar y una siestita de una hora o repasar alguna materia flojita.
Aquí viene lo más grave de esa triste vida… ¡no teníamos celular!, así que nadie podía ubicarnos si no era porque algún pariente o vecino sabía por donde andábamos. ¿Sabes que bajón? que tristeza… no teníamos Playstation, Nintendo 64, x boxes, juegos de video, 180 canales de televisión por cable, videograbadoras (no había televisión en todas las casas y quien los tenía contaba con 2 o 3 canales), sonido surround, celulares personales, computadoras, fax y menos Internet.
Lo único que teníamos eran…AMIGOS, si, AMIGOS y todo eso ahí afuera, en ese mundo cruel y sin guardianes..
Salíamos caminando o subíamos a la bicicleta para ir a la casa del vecino y tocábamos el timbre o pedíamos permiso para entrar y ver a nuestros amiguitos.
Si alguno de nuestros compañeros no era tan brillante en sus estudios, perdía el año y lo repetía. Nadie lo mandaba al Psicólogo, simplemente repetía y tenía una segunda oportunidad.
(Ahora todos pasan de grado aunque no sepan hacer la «o» con un vaso para que creamos que hay excelencia educativa porque los niños no repiten y encima les pagan para ir a la Escuela).
Cuando tus Padres o Abuelos (siempre la figura de los abuelos) te retaban por alguna cosa, no los demandaban por Violencia Intrafamiliar, sencillamente te quedabas callado y pensabas ¡…que macana hice!..
Teníamos Libertad, fracasos, éxitos y aprendimos a manejarlos. Seguramente muchos de ustedes pensarán que éramos aburridos, pero créanme que era todo lo contrario, por eso es que los viejos como yo, recordamos con mucho cariño aquellos días de la niñez cuando nos faltaba todo lo que ahora a vos te sobra.
Trata de vivir la vida de la mejor manera y no olvides que lo pasado no siempre fue feo ni lo actual es todo hermoso. ¿Sabes? no se si éramos felices como vos, pero con lo que teníamos nos alcanzaba para disfrutar de aquella, nuestra vida.
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556