Por Ricardo Bustos
Con absoluto respeto y sin ánimo de tomar partido por uno y otro espacio de la política, con una juventud acumulada sobre mis hombros y perteneciendo a uno de los sectores mas abandonados de la sociedad, puedo hoy comprobar que Argentina, fué, es y será un país inviable a la hora de buscar algún camino que nos lleve hacia el destino de grandeza que soñaron los próceres de mayo. Seguimos eligiendo mal a la clase política y la prueba está en las calles con tanta violencia, porque esa gente que porta pancartas, palos, piedras, con sus torsos desnudos y pañuelos en la cara, forman parte de esa enorme miseria humana que alimentan los dirigentes millonarios que según dicen, defendien a los más necesitados.
Estamos todos los días caminando por la cornisa, si se corta la luz en un barrio, se pierde una de las tantas chicas que se van de la casa, no sale agua de las canillas, o hace mucho calor, salen 20 vecinos a la calle y cortan el tránsito en una avenida, arruinando la vida a miles de ciudadanos que no tienen culpa alguna sobre los males de otras personas.
Nadie con dos dedos de frente puede creer que lo sucedido en esta semana en el Congreso Nacional, con el intento de tratamiento de una ley que perjudica a los jubilados, es un caso aislado que un Gobierno pone a consideración sin haber realizado algún cálculo que le permita imponer su criterio, prometiendo mejoras que todos sabemos no van a llegar. Las Provincias deberían arreglar sus déficit fiscales achicando gastos que hace años vienen incrementando con el ingreso a planta permanente de las diferentes áreas que se encuentran superpobladas y sin razón de ser porque se superponen funciones y de alguna manera atentan contra el buen desenvolvimiento de las actividades estatales.
Duele reconocer y más aún decir que somos un país violento. En las Escuelas, el trabajo, deporte, la familia. Atrás han quedado aquellos tiempos en donde la palabra era un documento y un apretón de manos sellaba los acuerdos. Nos hemos convertido en seres irracionales, algo que por lógica pertenece a la raza animal, con el agravante que el animal siempre nos brindará cariño.
Termina un año y como es costumbre en el país, lo hacemos subidos a la tarima de la discordia donde los oradores se acuerdan de la gente dos o tres veces al año para justificar la enorme cantidad de dinero que llevan a sus bolsillos, «ignorando» que se lo sacan a los mismos que dicen defender.
No se para que existen en todas las Provincias las Escuelas de Política y Gobierno en las Universidades, si cada día tenemos más ignorantes y vacíos de capacidad intelectual legislando o gobernando. O dejamos de mentir y nos dedicamos de una vez por todas a mejorar la vida de los ciudadanos o el final que alguna vez fué anunciado, nos encontrará el día menos pensado en manos de inescrupulosos de uno u otro «bando» adueñándose de los activos de la nación como está ocurriendo con nuestra hermana Venezuela.
«La primera máxima de todo ciudadano ha de ser la de obedecer las leyes y costumbres de su país, y en todas las demás cosas gobernarse según las opiniones más moderadas y más alejadas del exceso» (René Descartes)