MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
No sé desde cuando se viene diciendo que “el francés es el idioma del amor”; y es verdad. Mis cinco niveles de estudio de la lengua de los autores de Los Miserables, el Discurso del Método y la Comedia Humana, en la Alianza Francesa, cuando estaba en la Avenida Pasteur esquina Casimiro Nemesio de Moya, frente al “Lucky Seven” de Evelio Oliva en el sector Gascue, avalan mi categórica afirmación.
Oír a la madame Anne Mejía, la esposa de don Pericles Mejía, actor consumado en las tablas del teatro francés, decir “Bonne Aprés-midi (el acento es grave), significaba para los pocos condiscípulos matriculados que se iniciaba un capítulo de una experiencia inolvidable que alumbraría posteriores recuerdos imborrables. Mis mejores parabienes doña Ana, donde esté.
Cuando se dice “My love”, mi amor en inglés; “Meine liebe”, mi amor en alemán o “Ya tetia iyubliu”; mi amor en la lengua rusa, el sonido de la expresión es tan vacuo que un latinoamericano enamorado puede percibir al instante que el sentimiento que se quiere transmitir parece extraviar el camino hacia la psique cerebral, hacia el hipotálamo; la madriguera de las emociones.
En cambio, lo sutil, puro y encantador de un “Mon Amour” con su impersonal característica gutural, lo dice todo. No necesita, ni siquiera la entrega idílica de un beso apasionado para “hacer sentir lo que se siente”. Es algo inenarrable, definitivamente.
¡Milagroso, sin lugar a duda!
A veces pienso, acaso en un exceso de idealismo, que todas las atrocidades que motivaron los hechos de la gloriosa Revolución Francesa con la toma de La Bastilla el 14 de julio de 1789, más que el inicio de un cambio radical en el país galo, marcaron el comienzo de una etapa interminable de reivindicaciones y conquistas para la humanidad.
Todo lo anterior es traído a cuento en atención a la más reciente decisión tomada por las Altas Instancias del gobierno francés para preservar el medio ambiente: Prohibir el uso de utensilios plásticos desechables; ya antes, en el mes de julio, habían prohibido el uso de las bolsas (fundas) plásticas.
Como hubiese dicho el eterno amigo Jesús Torres Tejeda: ¡Salve! ¡Francia, tenía que ser!…