Por Ricardo Bustos
Si representamos a la «casa» como el ciudadano que a diario busca solucionar sus problemas, poniendo esfuerzo, sacrificio, voluntad y por sobre todas las cosas confianza en el futuro, mientras que al «gallinero» lo ponemos en el casillero de la política, comprenderemos que a esta altura de los acontecimientos no existe ningún partido político que pueda por su propio peso presentarse a una elección y ganar con votos legítimos.
El Partido Justicialista ha puesto en evidencia que el Frente para la Victoria, la agrupación que lidera desde la lejanía la ex casi reina, ha pasado a ser un club de barrio, con los concejales, diputados o senadores residuales que están cruzando la calle a toda velocidad por temor a que el cambio los encuentre en la vereda equivocada y prueba de ello es el caso del último Borocotó, (Alberto Fernandez), quien fuera jefe de gabinete del Kirchnerismo y ladero de Sergio Massa, pero al ver que los números no le cierran al muchacho de Tigre, ha salido a formar su nuevo partido y hasta Margarita Stolbizer, enemiga declarada del Cristinismo, no se juega hasta que vea una luz al final del tunel.
Los ex jefes de gabinete dela «década ganada», llevan sobre sus espaldas un salvavidas de plomo y, lamentablemente para sus futuros políticos, no pueden quitarlo porque la historia siempre deja huellas escritas imposibles de borrar y mucho menos en un país en donde todavía la lectura es un motivo de encuentro cada mañana para saber quienes somos y qué somos los argentinos que aún creemos en la Constitución.
El Radicalismo no queda fuera del gallinero y todavía algunos de sus referentes, arrastran esa melancolía imposible de definir en un mundo que avanza a 1000 kms por hora. Los que se aliaron con Cambiemos, emulando a quienes en su momento hicieron lo propio con Nestor, obviamente están en las antípodas de la gestión que impulsaron y llevaron a la práctica, el fallecido presidente y su esposa.
Si el gallinero lo trasladáramos a las provincias, un solo ejemplo vale para muestra y es el caso de Santa Fé, donde las divisiones en la alianza que llevó al gobierno al actual gobernador, han dejado un tendal de dirigentes al costado del camino, de cara a los próximos comicios y colgados del pincel.
La mal llamada izquierda argentina, como siempre y desde hace años, permanece fraccionada en «compartimentos estancos» y su función, al menos por lo que muestran a diario en calles y rutas del país, es hacerle la vida imposible a quienes piensan de manera diferente, no ya por ideologías sino por forma de vida. Como muestra se puede mencionar que, de los mas conocidos por el ruido que producen, el Partido Comunista Revolucionario, Concentración Obrera, Movimiento Patriótico Revolucionario Quebracho, Partido Comunista, Partido revolucionario de los Trabajadores, Partido Socialista de los Trabajadores y alguna agrupación regional mas, toda vez que las elecciones llaman a sus seguidores para que puedan tener sus representantes en las Legislaturas Nacional, Provinciales o Municipales, muchas veces no llegan a sumar la cantidad de votos necesarios para poder acceder a un cargo, pero que hacen mucho ruido todos los días, nadie lo puede negar.
El Socialismo de Juan B. Justo, que tuvo desde sus comienzos la premisa de llevar adelante «un proyecto mas coherente de nacionalización de las masas, de incorporación de los trabajadores a la vida nacional y de construcción de una democracia social avanzada», tampoco escapa a la crítica. Lo cierto es que han pasado los años y el único recuerdo con respaldo moral que recuerdan los seguidores de la rosa, es la figura irreemplazable de Don Alfredo Palacios, porque en lo contemporáneo y con la dichosa globalización, el Socialismo se ha transformado en una extraña mezcla de agua y aceite, un poco con la Social Democracia europea y otro tanto con bases en el nuevo continente, para ser mas precisos en la zona caribeña.
Ante semejante desalentador panorama para quienes integran los partidos políticos, solo una imagen puede explicar hasta donde ha llegado la paciencia de la sociedad, la que trabaja, estudia, razona y tiene suficiente capacidad intelectual y política a la hora de elegir una propuesta. La marcha silenciosa con banderas argentinas que convocó a millones de ciudadanos en las plazas del país, deja al desnudo con todos sus vicios, a la dirigencia política en su conjunto, los que gobiernan o gobernaron y los que aspiran a ocupar lugares de relevancia.
Mientras existan en la tapa de los diarios los Guillermo Moreno, Luis D’Elía, Pérsico, Quebracho y sus caras tapadas con palos en sus manos, los cortes de ruta con chicas muy jóvenes y sus bebes en el cochecito a la intemperie, señoras cocinando guiso en un lugar que solo está permitido para que circulen vehículos, muchachos con las ya conocidas «mochilas» repletas de piedras, bulones, botellas con combustible y algún elemento extraño mas para producir daño, de nada servirán las actuales estructuras políticas porque esta es una prueba que, quienes deben contener en sus filas, por afinidad, solidaridad o proyecto de futuro a esta gente, no lo están haciendo, por lo tanto estarán caminando al borde de un precipicio que no necesita de un empujoncito para conocerlo en profundidad.
Los gremios Docentes, ya mostraron hasta donde pueden llegar y así les fué. La sociedad les ha dado la espalda porque no le perdona que hayan utilizado a los niños para lograr sus oscuros propósitos electoralistas internos, dejando al desnudo la lujosa vida de los líderes frente a lo que dicen representar.
Será cuestión de ir acomodando los huevos en el nido y esperar que alguna gallina con sentimiento democrático se digne a «empollar» con su calor a las nuevas generaciones que, a pesar de todo, tendrán la misma génesis.
«En esta vida algunos hombres nacen mediocres, otros logran mediocridad y a otros la mediocridad les cae encima». Joseph Heller (1923-1999) Escritor norteamericano.
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556