MI VOZ ESCRITA, Por Jorge Herrera
Una de las cosas de la vida que me interesa saber, antes de que Dios envíe a la parca Átropos por mí, en tanto me intriga, es por qué la gente, a sabiendas de que lo que hace no es correcto piensa que nadie se va a enterar; que el secreto de su inconducta está blindado.
La curiosidad surge a propósito de la escandalosa financiación de campañas presidenciales para trampear elecciones en que han devenido los sobornos a legisladores del país y de otras naciones a cambio de sobrevaluar proyectos de construcción de la firma Odebrecht.
Parecería que es una patología de la psique o, si se prefiere, una enfermedad cierta del alma cuya causante es la ambición desmedida por acumular riqueza en pos de un patrimonio que termina siempre como han terminado casi todos los que han sido obtenidos con acciones “non santas”.
Esas malas artes bien podrían ser desfalcos, atracos, estafas, fraudes, proxenetismo, trata de blancas (de negras también) y otros delitos que el código penal no contempla, pero que el delincuente los inventa y aplica con la seguridad absoluta de que también puede evadir cualquier eventual imputación.
El soborno o cohecho “per se”, por así decirlo, es otra fragancia delictual, por cuanto implica dos voluntades o más que con una sola intención terminan siendo complementarias. Una suerte de acuerdo únicamente condicionado a la aprobación del jefe que, según los indicios, fue positiva.
Eso, y no otra cosa fue lo que ocurrió en el sonado, malhadado y escandaloso caso de los sobornos diligenciados por la firma brasileña de construcciones Odebrecht, y que Danilo Medina Sánchez y su exclusivo séquito de rentistas pretenden ocultar con patrañas vulgares y artificios mediáticos insolentes.
Se me ocurre que sería de sensatos no crearse expectativas con el discurso del Presidente; sobre todo si las esperanzas están cifradas en lo declarado por el ministro Administrativo, José Ramón Peralta, el 21 de este mes. No más que pantalla para que la Prensa no abordara a Danilo sobre el tema.
Pues ese mismo día quien se comenta es cuñado en la sombra del que comparecerá ante la Asamblea Nacional el 27, dijo que en 60 días daría informes sobre Odebrecht. Todo un sainete, no de mal gusto sino asqueroso, en tanto insulta la inteligencia.