Por María Celsa Rodríguez
Según las palabras de monseñor Aguer, los católicos tenemos mala educación: «Creo que hay una mala educación, una deseducación (sic) en los fieles católicos que no aportan. Uno se fija en lo que es la limosna en la misa, en el momento del ofertorio se hace una colecta, esa colecta suele ser miserable».
Sin embargo la Iglesia está subsidiaria por todos nosotros con un aporte total de $ 130,421,300. De acuerdo a la ley 21950 en su art 1º «Los arzobispos y obispos con jurisdicción sobre arquidiócesis, diócesis, prelaturas, eparquías y exarcados del Culto Católico Apostólico Romano gozarán de una asignación mensual equivalente al 80 % de la remuneración fijada para el cargo de Juez Nacional de Primera Instancia, hasta que cesen en dichos cargos. Y el art 2º dice: «Los obispos auxiliares de las jurisdicciones señaladas en el artículo 1º y el Secretario General del Episcopado tendrán una asignación mensual equivalente al 70 % de la remuneración fijada para el cargo de Juez Nacional de Primera Instancia, hasta que cesen en dichos cargos». «La Ley 22.162, por otra parte, dispone la obligación de subsidiar a los sacerdotes que se encuentren en zonas de frontera o muy desfavorecidas y la Ley 22,950, a seminaristas».
Este año mensualmente cada obispo diocesano recibe $ 46,800; cada obispo auxiliar: $ 40,950, y cada obispo emérito: $40,950.
Recordemos que las iglesias son autónomas y los fondos que recauden sean las asignaciones estatales o las donaciones privadas o cobro de servicios especiales cubren los gastos de funcionamiento y asignación de los sacerdotes a sus funciones.
¿Es la Iglesia pobre?
No, posee propiedades en todo el mundo, ya sean conventos, monasterios y seminarios, Colegios, Basílicas, Catedrales, iglesias, capillas, diócesis y órdenes religiosas, hospitales, obras de arte, museos, turismo, y hasta un Observatorio Astronómico Vaticano, que es uno de los más importantes del mundo, etc. En algunos lugares de Europa y América sus monasterios se han convertido en caros hoteles pero que siguen siendo propiedad de la Iglesia, como el Hotel Monasterio en Cuzco o el Monasterio de Boltaña, en España por ejemplo. En Italia posee mas de 110 mil inmuebles, 9 mil escuelas y 4 mil hospitales. Muchísimos bienes son donados por personas que no poseen herederos y dejan sus bienes a la iglesia, esto es algo que lleva pasando hace siglos.
Jorge Franco, escribió en su libro «La sinrazón de la religión: liberación a través de una sociedad desacralizada» que «la fortuna de la Iglesia sigue creciendo adicionalmente a base de grandes donaciones de gente rica ávida de ganarse una entrada expedita al cielo, de la venta de servicios y «amuletos», limosnas, y diezmo voluntario, narcolimosnas, etc. El Estado Vaticano es tal vez el Estado más rico del orbe, a pesar que la biblia condene la acumulación de riqueza y de que Cristo dijera «es más fácil que un Camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre al Reino de los cielos»
¿Estamos obligados a la limosna?
Hay creyentes que piensan que ofrecer dinero a Dios es algo que aleja lo espiritual y expone lo material como una compra de favores. Las ofrendas, limosnas o diezmo representa un dar lo que es producto de nuestra prosperidad. Algo que es resultado de nuestro trabajo y esfuerzo propio.
En Deuteronomio 16:17, dice «Cada uno con la ofrenda de su mano, conforme a la bendición que Jehová tu Dios te hubiere dado».
El Nuevo Testamento, no lo ordena tácitamente, Pablo declara que los creyentes deberían apartar una porción de sus ingresos a fin de dar soporte a la iglesia (1 Corintios 16:1-2): «16 En cuanto a la colecta para los creyentes, sigan las instrucciones que di a las iglesias de Galacia. 2 El primer día de la semana, cada uno de ustedes aparte y guarde algún dinero conforme a sus ingresos»…
Es decir de acuerdo a lo que cada uno pueda dar, y no a lo que «deba» dar.
La limosna bien lo dice el diccionario: «Dinero o bien que se da como ayuda a un necesitado». «La limosna es una ayuda voluntaria que se da a alguna institución sin esperar nada a cambio».
Lo que ofrecemos a Dios, no es para tener mayor aceptación en la Iglesia, ni para parecer «más educado a los ojos de los sacerdotes», es una forma voluntaria de dar algo «con alegría» en agradecimiento a lo que Dios nos ha dado.
Nadie deberían sentirse obligados a dar la limosna, debe ser de propia voluntad y de acuerdo a su capacidad económica. No se trata de buena o mala educación como dijo Monseñor Aguer, sino de lo que dice la misma Biblia: 2 Corintios 9:7) «Cada uno debe dar según lo que haya decidido en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al que da con alegría».
Y Jesús dijo «Dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios», estamos dando al Cesar – con nuestros impuestos-, lo que nos impone el Fisco, a Dios le damos nuestra oración y fe. Y el Estado le retribuye con el subsidio que recibe, allí va «el diezmo» de todos los argentinos, aun de los no creyentes o que profesan otra religión.