Por Ricardo Bustos
Nadie es dueño de la verdad, pero deberíamos aceptar que desde la política siempre nos quieren hacer creer que los argentinos somos un pueblo de buena voluntad, sin violencia y con buenas intenciones, pero basta ver la enorme cantidad de hombres golpeadores, robos con asesinatos sin justificación alguna, violaciones a menores sin condenas, secuestros extorsivos, complicidad en las fuerzas de seguridad, droga derramada por todos los barrios en cualquier pueblo o ciudad del país con la destrucción sistemática de los niños y jóvenes que comienzan a consumir estupefacientes y luego son utilizados como mano de obra barata para delinquir.
En Argentina de hoy, todo se arregla a los golpes e insultos, con vecinos que no se hablan, familiares que no se visitan, padres internados en «hogares de ancianos» porque «los cuidan mejor» y con esa excusa disfrutan del dinero que lograron ahorrar con tantos años de sacrificio.
Obras sociales que también ejercen violencia al no entregar o reconocer atenciones médicas o entrega de medicamentos, Los gobernantes solo piensan en las próximas elecciones y viven haciendo alianzas con el único objetivo de acumular poder, aunque una vez logrado el objetivo se reparten entre ganadores y derrotados el trofeo por partes iguales.
Los medios de difusión de llegada masiva, siempre están apoyando el codo en el mostrador de quien les ofrece la mejor copa de bebida estimulante para sus intereses económicos y lo que menos hacen es pensar en la gente que trata de informarse sobre lo que ocurre.
Por medio de la música ensordecedora, han logrado «doblar» el cerebro de los jóvenes y lo único que vemos es consumo de energizantes junto a los recitales de música tecno o rock, habiendo borrado del dial radial y televisivo cualquier otro tipo de música que alguna vez fué alimento del alma.
Se promocionan productos en avisos publicitarios en donde la única imagen que aparece es la de Mamá con sus hijos, con una ausencia sugestiva de la presencia paterna.
Las chicas tienen como objetivo mostrarse en las redes sociales con fotos que adelantan en tiempo biológico el desarrollo corporal y la prueba evidente es que cuando alguna menor se encuentra desaparecida, vemos en la televisión la similitud que existe entre ellas por medio de sus gestos.
Mientras la mentira se adueña de nuestros actos y no reconocemos que la gran mayoría de los argentinos tenemos síntomas de violencia a flor de piel, no habrá futuro posible para la unión de todos en bien de un futuro que necesitamos se haga realidad para poder crecer de una vez por todas.
La violencia es una conducta social y forma parte de la falta de instrucción y educación del ciudadano.
De nada sirve que las escuelas abran sus puertas para que los niños vayan a comer, que no está mal, pero los contenidos de la currícula pasan a segundo plano y así vamos destruyendo toda la posibilidad de capacitar a los jóvenes llegado el momento de iniciar un camino laboral.
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556