Por Henry Valdez Montero, M.A.
La pobreza, la marginación, la miseria, el hambre, las necesidades y las desigualdades sociales no son algo históricamente superado por ninguno de los países del mundo en su totalidad, donde según el último informe demográfico de las Naciones Unidas en el año 2017, informaba que en el mundo existen 7,550 millones de personas, de los cuales más del 60 por ciento son pobres y un 17 por ciento viven en pobreza extrema, y el resto son de clase media, media alta y alta.
Al escribir este artículo me refiero a pobreza como el empobrecimiento (capitalista). No se trata tanto de sus formas cuantitativas («medir cuanto pobres existen y porque»), sino de reflexionar sobre los orígenes de la pobreza, los procesos y causas del empobrecimiento.
¿Por qué no se erradica en la actualidad la pobreza, si es objetivamente evitable?
Éste es el planteamiento: Porque los pobres son y han sido durante toda la historia de la humanidad necesarios, tanto para lo económico, social, político, moral, religioso, militar, profesional y para la supervivencia del mundo
moderno.
De todo el dinero, los bienes y riquezas del mundo si se reparte en porciones iguales en toda la humanidad, basta y sobra para que todo el mundo sea más que rico, millonario, pero esto representaría un caos en todos los sectores, económico, social, polito y profesional.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la pobreza es un problema complejo y multidimensional que se proyecta en muchos aspectos de la sociedad. No es una condición dada, su existencia pone en peligro el más importante de los derechos humanos: el derecho a la vida, y socava la dignidad del ser humano. Asimismo, la pobreza amenaza la estabilidad política, la cohesión social y la salud ambiental del mundo. La solución es posible si todos los países se conectan y luchan por un fin común: erradicar la pobreza, cosa que a muchos políticos, líderes y empresarios mundiales no les convendría.
Donde es fundamental que cada país comprenda que para la erradicación de este problema, es ineludible algo más que la expansión del Producto Interno Bruto (PIB), medidor por excelencia del “crecimiento económico”; es vital que se vislumbre la implementación de un proceso multidimensional donde intervienen diversos factores, desde los económicos (creación de empleos, mejora de la productividad, etc.) hasta los culturales (respeto a los derechos humanos y a la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer) para que todos los humanos puedan poseer un nivel de vida digno.
Los términos pobre, pobreza o empobrecimiento no han sido nunca uniformes, sino que, según los períodos históricos, teniendo en cuenta las variable económicas, sociales, políticas, militares e incluso morales y religiosas, han ido variando y tomando diferentes connotaciones. De aquí la amplitud y diversidad del concepto, que, en definitiva, refleja un estado de diversos tipos de carencias de, al menos, alguna clase de bienes importantes para la vida social e individual.
La pobreza es un estado de debilidad, de dependencia, de subordinación o humillación, respecto a la privación de medios para conseguir la subsistencia, pero una existencia humanamente digna; medios de todo tipo: económicos, sociales, de poder o saber, de salud, de honra, etc., aunque no han de faltar todos en la misma persona.
El concepto de pobreza ha ido cambiando con el tiempo y los diferentes modos de vida: en una sociedad guerrera eran pobres principalmente quienes no disponían de armas: los desarmados. En el mundo medieval, la pobreza fue, de hecho, una realidad cotidiana; hasta el siglo XIII, los pobres eran quienes carecían de la condición de señores, es decir, el pueblo llano, los campesinos.
A partir de entonces, con el nacimiento y crecimiento de los burgos o ciudades y la instalación en ellos de los comerciantes y mercaderes, aparece el pobre de ciudad o mendigo, andrajoso, enfermo, colocado a la puerta de los monasterios de las órdenes mendicantes, para recibir la limosna diaria.
Durante los siglos XVI al XIX, son pobres, en las ciudades, sobre todo quienes no tienen un oficio especializado y no pertenecen a los gremios; en el mundo rural, las familias que carecen de tierras, los jornaleros o braceros.
A partir de la revolución industrial la pobreza dejó de ser un fenómeno universal e inevitable y apareció la pobreza individual. En los países industriales «pobre» y «obrero» eran prácticamente sinónimos, tanto en el pensamiento marxiano como en la encíclica Rerum novarum. La explotación salarial se extendió también a mujeres y niños.
En la actualidad consideramos pobres a las personas que, excepto sus clases dominantes, habitan en el Tercer Mundo, subdesarrollado y oprimido; en él se aprecia la expresión más exacta de la pobreza actual: hambre endémica, miseria, hábitat insalubre, enfermedades crónicas, etc.
Aún dentro de la pobreza, siempre ha habido una distinción más, los pobres de solemnidad. El pobre, por lo común, tiene fuerzas para trabajar y ganarse el sustento diario, aunque las circunstancias socioeconómicas del momento no se los posibiliten. Sin embargo, el pobre de solemnidad suele ser un enfermo crónico, imposibilitado, sin ninguna otra ayuda que la caridad de los demás o el oficio de la mendicidad, que a veces ni el mismo puede desempeñar.
En el Tercer Mundo, los pobres siguen pasando hambre y carencias físicas, causa por la que su tasa de mortalidad es altísima, sobre todo en niños de corta edad, y sus expectativas de vida y longevidad son muy cortas.
En conclusión la pobreza es un estado donde el individuo no posee lo necesario para vivir dignamente, reconociendo que existen también a aquellos que no poseen ni consiguen lo mínimo para vivir, para su salud y para su cuidado, a los que llamamos pobreza extrema.
Recordando la historia del padre prepotente, orgulloso y con aire de riqueza y altanería mandó a su hijo a vacacionar a un campo de familia pobre, donde después de una semana del niño en el campo, el padre quiso mantener su espíritu de riqueza y poderío pidiéndole al hijo que le explicara su experiencia de vivir en pobreza.
Para sorpresa del padre, el niño reconoció quienes eran verdaderamente pobres, agradeciéndole a su padre la oportunidad de permitirle saber lo pobre que ellos eran.
Recordemos que aparte de que existe el pobre que por lo general conocemos, que es el necesitado, hambriento y mendigos, también existen los pobres de espíritu, los pobres de felicidad, lo pobres de amor, los pobres de salud y los pobres de libertad.
«Hay gente tan pobre que sólo tienen mucho dinero». Rodolfo Costa
«La pobreza consiste en sentirse pobre». Ralph Waldo Emerson
«La pobreza fue el factor motivador más grande en mi vida». Jimmy Dean
El autor es: Mercadólogo, economista y escritor
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