Por Guillermo Cifuentes
“De vez en cuando la vida nos besa en la boca y a colores se despliega como un atlas”, Joan Manuel Serrat
Buena pregunta para empezar esta reflexión pues estamos en un momento en que los cuestionamientos son más pertinentes y necesarios que nunca. Aunque sepamos que las respuestas llegarán en el verano desde el invierno austral, es completamente inaceptable no reconocer que mientras esperamos en medio de la evolución de la crisis, ya contamos con una importante cantidad de respuestas. Por ejemplo: si bien es cierto que todavía muchos no saben quién es Bárbara, ya sí tenemos la información de quien es “el amigo”. ¡¡ Y lo vamos a saber todo!!
Empezaré por recordar algunos asuntos que anotábamos en nuestro artículo de la semana pasada porque parece necesario tenerlos a mano. Me refiero a la afirmación de “los sectores empresariales que en las últimas semanas han tenido comportamientos aparentemente erráticos” y a los “acuerdos nada originales que repiten la complicidad político empresarial post Trujillo”.
Ya hace algún tiempo nos habíamos referido al tema señalando que el empresariado es el sector social que más deuda tiene con la democracia dominicana. Con las declaraciones de esta semana ha quedado demostrado que añoran el Consejo de Estado y que en lugar del compromiso por la democracia, favorecen las visitas a Palacio de donde siempre se sale con algo: una exención de impuestos, un crédito, una comisión o una veeduría.
Este relacionamiento sin lugar a dudas debe ser revisado con detenimiento y también sin ningún tipo de temor. Ojalá los análisis se dieran en ámbitos académicos, pues resulta desagradable leer las declaraciones que casi, casi responsabilizan de la crisis continental a Twitter. Hay otros con mayor oficio en el arte siempre opaco del cabildeo que atacan al financiamiento de los partidos y sus escasos respaldos contables.
Vamos, señores, a decirnos la verdad. Todo parece indicar, por fortuna, que los tiempos de los consensos en la PUCMM, que las sucesivas iniciativas por la democracia que más de una vez hemos recordado están quedando atrás y que no vale ensayar técnicas de resucitación. El mundo del siglo XXI tiene estándares elevados de convivencia política y de separación entre los negocios y la política. Si no atienden esta realidad está claro que dentro de no mucho tiempo también van a empezar a airearse las denuncias y los denunciados por andar cambiando contenes que estaban en buenas condiciones y terminarán como Macri, Martinelli, Saca o Piñera. Ese sí es un tema para FINJUS.
Decíamos que “nadie sale del poder y ese es un elemento importante para construir el relato” en razón de que en crisis de este tipo a medida que la verdad se conoce suelen salir de la administración pública funcionarios producto de sentencias judiciales, de decisiones políticas o de decisiones éticas.
Hasta ahora aquí no sale nadie, y hasta hay algunos “talentos nacionales” que no sólo no salen, sino que alegan haber sido discriminados. Entre esos talentos nacionales están los que iluminaron el espacio político promoviendo arreglos con Balaguer, los del gacetazo, los de la campaña racista del 1994, los de los fraudes en las internas del PLD en 1999 y 2005…
Como se puede ver, talentos no han faltado. Pero los talentos importados además de una perversidad similar a los nacionales, traían dinero, por eso los criollos fueron discriminados y ocupados en menesteres menores. Los hemos escuchado aseverar que hasta les negaron información acerca de lo que hacía Joao Santana en la campaña y se olvidaron que los nacionales cobran y que el mercado se inclina siempre por los que pagan.
Esta penosa situación me ha hecho recordar a la Brigada 2506, los invasores de Playa Girón en abril de 1961, que cuando fueron hechos prisioneros confesaron que eran todos cocineros.
La falta de memoria, la tendencia al olvido programado nos trae en las primeras planas los certificados de inocencia de algunos sospechosos. Lo malo es que la absolución la otorgan sobornados del 2002.
Ante ese lamentable e indesmentible inventario nunca estará demás recordar que en la política la prudencia no es siempre una virtud.