Por Miguel Florentino Jiménez
En la República Dominicana debemos seguir fortaleciendo la institucionalidad hasta desaparecer la personalidad de los funcionarios públicos, tradicionalmente cada persona que asume un cargo público utiliza esa posición para enaltecer su ego y su figura, creando al su alrededor un grupo de aduladores para satisfacer su ego.
Las rendiciones de cuentas que hacen los presidentes y alcaldes se convierten en un derroche de recursos económicos para ir a recibir aplausos de sus empleados, pero lo más gracioso es escuchar tantas bondades y tantos logros que en un momento determinado piensas que estás en otro país.
Entendemos que una verdadera Rendición de cuentas debería estar acompañada de un informe por un comisario de cuentas independiente de la gestión y una auditoría externa pues solamente así se podría tener una idea razonable de lo que sucedió en ese año de gestión.
Es importante aclarar que tanto el comisario de cuentas como los auditores son responsables penales en caso de una manipulación de las informaciones.
Hay que modificar las normativas legales necesarias para cambiar este esquema populista de rendición de cuentas.
Hemos visto que en los actos de inauguración de obras y rendición de cuentas se gasta más que en las obras construidas y los logros mencionados en dichas rendiciones.
Para avanzar como sociedad debemos cambiar de mentalidad como ciudadanos y de esta manera aprendemos a elegir nuestros políticos para ocupar cargos públicos, sabemos que es difícil pues queda una generación de hombres y mujeres formados en ese esquema servir y adulador.
El autor es: Abogado, articulista y comentarista de radio y televisión
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