Por Ricardo Bustos
A diario en todos los medios se habla y demuestra que la dichosa «grieta» está mas presente que nunca en la sociedad. Unas veces provocada por la ideología y otras tantas por la economía.
La época de la Colonia que solo veíamos en los libros de historia, ha llegado a nuestros días vestida con todas sus galas y no precisamente porque nos invadieron países poderosos adueñándose de nuestra identidad. La «grieta» económica no está graficada solamente entre pobres y ricos, sino entre el interior del país y el pulpo que aspira desde la cuna del poder político y económico.
Las grandes empresas, en su mayoría tienen sus sedes en la Ciudad de Buenos Aires o el Conurbano Bonaerense y desde allí, sentados en un cómodo escritorio, sus gerentes o CEOS deciden cual es el precio que vamos a pagar por sus productos. En ningún momento se hace hincapié en los salarios que perciben los ciudadanos de Chaco, Corrientes, Formosa o Santiago del Estero, por nombrar solo algunas de las provincias del norte argentino.
El interior profundo tiene salarios por debajo de la línea de pobreza, con servicios de luz o gas que duplica el costo a quienes viven en la zona del centro de poder económico, es decir que a igual costo, la mitad de poder adquisitivo.
Leemos o vemos en la TV a los habitantes de las grandes ciudades quejándose o protestando porque les aumentaron $2 pesos el pasaje en subte, ómnibus o trenes y olvidan, aunque sea por efecto solidario, que mas de la mitad del país no tiene gas natural, subte, ómnibus que circulan cada 15 minutos o ferrocarriles nuevos que los trasladan con una frecuencia de 20 minutos.
Pretendemos ser una República pero apenas conformamos un país en donde la mentira del crisol de razas acentúa aún mas las diferencias de clases que existen entre nosotros. Al lado de un country, tenemos infinidad de comedores comunitarios o escolares porque los niños «tienen hambre», así de simple es la historia. Han pasado más de 200 años desde la declaración de la independencia y cada día estamos más sometidos a los designios de un poder oscuro que, como títeres sin hilos, maneja a su antojo la vida de los argentinos.
Antes fueron los que «si dejaban de robar por dos años, se terminaba la pobreza», después vinieron los que hacían desaparecer bolsos repletos de dólares y nos mintieron con la famosa década ganada, haciéndonos creer que estábamos en el país de Alicia, la de las maravillas y ahora entre golpes y cambios bruscos por el tránsito de una economía destruida, nos dicen que estamos pasando uno de los momentos mas difíciles de los últimos años.
Un día vamos ganando 8 a 0 y al siguiente nos enteramos que hemos perdido por goleada y sin haber jugado un solo partido en este campeonato del «vale todo».
Las historias increíbles que debemos escuchar, superan a la ciencia ficción. Días pasados en la ciudad de Bariloche, un grupo de personas tomó las instalaciones de ANSES alegando que «ya estaban cansados de reclamar un aumento en el monto de las asignaciones y que a su entender, la paciencia tenía un límite».
Hemos visto en cualquier lugar de Argentina, a miles de padres jóvenes cuyos hijos jamás los vieron cuando salían de su casa para ir a trabajar porque el «plan» les ayudaba con la economía de la casa. Si se consigue un trabajo no lo aceptan porque tienen temor a perder la ayuda social y de esa manera como un cuento de nunca acabar, estaremos siempre bajo las garras del sometimiento moral al que han llevado a millones de argentinos con la dádiva disfrazada de ayuda.
En medio de semejante crisis económica, es común ver a quienes se enojan porque «con esto del dólar más caro» se hace más complicado poder viajar a Brasil, Uruguay, Chile o Miami en las vacaciones y no quedará otra que volver a visitar los hermosos destinos turísticos de nuestro extenso territorio.
La grieta en Argentina, existe porque así nacimos como nación, sin identidad, con cuatro apellidos a los que denominaron «patrios» y por medio de las luchas internas de la política, recibieron el poder económico de la incipiente República y el resto, «los nosotros» de aquellos tiempos, viviendo como se pueda con lo que tengan.
En abril de 2012, el economista Orlando Ferreres, publicaba en La Nación un artículo que titulaba «Es la política lo que falla en Argentina». Decía hace 6 años (y nada ha cambiado)
«No hemos respetado nada: a los que reciben sueldo en moneda argentina o ahorran en esa moneda, les pagamos con inflación para ir sacándoles de a poco lo que van ganando. A los jóvenes que mas estudian y se destacan, se les relega prefiriendo a los que poco saben pero dedican su tiempo a relacionarse con los que manejan el Estado».
Así las cosas, vemos que en el sistema electoral argentino, siguen existiendo las listas sábanas con poco y nada de democracia en los Partidos políticos y la eterna elección a dedo de muchos incapaces punteros que «arrimaron» votos en las elecciones y ahora serán premiados con un lugar en la lista, para que de esa manera, nosotros los ilusos ciudadanos de a pie, una vez mas encontremos el abismo cada día mas cerca una vez que se conocen los resultados de una elección. Nada es sorpresa, nosotros somos los protagonistas de esta «grieta» porque aceptamos las reglas de juego y así está escrito en las páginas de nuestra historia.
«No es digno de mandar a otros hombres aquel que no es mejor que ellos». Ciro el Grande (600 aC.-530 aC.) Rey de Persia
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556