Por Ricardo Bustos
Seguramente los lectores debemos ser aquellas personas que tenemos mas colegas en el mundo y eso, obviamente gracias a los medios periodísticos que, aún con sus propios criterios, nos brindan la posibilidad de estar informados.
En honor a la verdad soy uno de los miles que lee todo y trata de analizar desde el llano la situación del país porque como argentino tengo la obligación de enterarme sobre lo que ocurre a mi alrededor.
He nacido en la Ciudad de La Plata, capital de la enorme provincia de Buenos Aires donde me desempeñaba como Locutor Oficial de la Gobernación en la Dirección de Ceremonial y por razones de salud en la familia hace mas de 5 años que vivo en una hermosa provincia llamada Misiones, a la que muchos se empeñan en hacerle muy mala prensa desde algunos medios nacionales y si me permiten voy a defender a su gente, aquella que aún en la pobreza, se expresa y actúa con dignidad porque los gringos mayores, padres y abuelos que llegaron un día desde Suiza, Alemania,Ucrania, Polonia y otros tantos bellos países de Europa con la ilusión de comenzar una nueva vida y abandonando el terruño y gran parte de sus familiares a los que muchos, jamás volvieron a ver y uno de esos casos los he vivido con mis abuelos, que llegaron desde España e Italia sin oficio, con una mano atrás y la otra también, pero con trabajo y sudor construyeron su casa, criaron a sus hijos y dejaron su vida en una patria ajena a la que llegaron a querer como propia.
Este prólogo me lleva a explicar el motivo ya que estos días y por razones particulares, he vuelto a estar apenas unos días en la ciudad de La Plata, a la que he llegado luego de un viaje de casi 15 horas porque cuando uno ingresa a la Provincia de Corrientes por la ruta Nacional 14, cualquier promedio de velocidad que programa para llegar a destino con el GPS, se derrumba al poco tiempo. La famosa ruta del Mercosur, está en el tramo correntino, literalmente… destruida, hasta que llega la autovía, tiene una mano de ida y otra de regreso pero muy angostas y los vehículos de mayor porte pasan muy cerca unos de otros con el consiguiente peligro.
A lo largo del trayecto no hay Estaciones de Servicio mas cercanas entre si como, llegado el caso de alguna necesidad del cuerpo o el vehículo, tener la posibilidad de contar con alguna atención y hay muchos tramos que por espacios de tiempo prolongados, nos encontramos en el medio de la nada.
Como si fuera poco, además de los peajes, en un lugar de la ruta existe un pequeño desvío obligatorio en donde automóviles y camiones deben abonar un peaje a SENASA para que con una máquina instalada en el piso nos mojen el transporte con un líquido para que no ingrese contaminación a la Provincia de Corrientes, la misma que ya venía recorriendo desde muchas horas y nadie me había informado nada.
Ya en el tramo de la autovía desde Paso de los Libres, nos vuelve el alma al cuerpo, porque existe otro movimiento comercial en la zona y está mas habitada pero gran parte de la nueva ruta, está llena de parches, ya que entre el peso que transportan los camiones (la mayoría de Brasil y Uruguay) y algún vuelto que se quedó en el camino por la mala calidad de los materiales, es insoportable a lo largo de cientos de kilómetros, escuchar los golpes en los neumáticos toda vez que pasamos por los pozos que no podemos esquivar porque aparecen de la nada.
Literalmente en casi toda la Provincia, la ruta nacional Nº 14 está destruida. Los ciudadanos tenemos el derecho a saber hacia donde va el dinero que abonamos en concepto de peajes porque en la ruta eso no se ve.
A los costados de las rutas, inclusive en todos los ingresos a las ciudades importantes cuyas rotondas nos indican el camino a seguir, nos encontramos con selvas de pasto que nadie corta, mugre por todo el camino, puestos de comida sin control sanitario y muchos puestos de Gendarmería y Policías provinciales que como es lógico, cumplen con su tarea solicitando toda la documentación que la Ley indica.
Me preguntaba en el momento de transitar por esos lugares sobre el destino de los millones de planes sociales a los que no se exige ninguna retribución o contra prestación con alguna hora de trabajo que justifique en parte el dinero percibido. Como ciudadano de a pie, al ver tanto abandono creo que se podría cambiar un poco y de a poco la situación laboral del país incorporando a la cultura del trabajo a los ciudadanos que hoy se han convertido en NI-NI y no por culpa de ellos sino por la mala política que los ha tenido tantos años cautivos con la mentira.
Con herramientas adquiridas por las respectivas comunas, seguramente se puede mantener todos los accesos a los pueblos en condiciones saludables y seguras para todos quienes transiten por las rutas. Lo lamentable es que este tipo de casos se reiteran en gran parte del país. La estética al pasar frente o en el ingreso a una localidad, también hace al estado de ánimo de su gente y hoy vemos que eso está por el piso porque la mugre y el abandono se contagian mucho mas rápido que el amor al trabajo.
El clientelismo político no ha desaparecido y se agiganta cada día mas. Ya están apareciendo los pasacalles con nombres y agrupaciones políticas de cara a las próximas elecciones con rostros que en mi época de juventud solo veíamos en las películas con una inscripción que decía BUSCADO.
Conviven en Argentina dos clases de vida social y económica claramente identificables. En mi Ciudad La Plata, por ser la sede del gobierno Provincial, una gran mayoría de ciudadanos trabajan en los Ministerios u oficinas de entes oficiales autárquicos pero con una enorme diferencia en sus salarios si los comparamos con otras provincias y ciudades del interior de la república.
En la capital bonaerense la mayoría de los empleados públicos posee un automóvil y en algunos casos dos, mientras que en el interior del país, especialmente el norte, eso se reemplaza por una o dos motos porque a fin de mes los trabajadores no llegan a percibir ni la mitad de lo que cobran en los grandes centros de concentración administrativa política.
A veces es necesario salir un poco de nuestras cuevas para darnos cuenta que los que estamos mal no estamos tan mal. En los piquetes he visto a mujeres y hombres con celulares que yo no podría comprar ni ahorrando un año. Las asambleas de aquellos que viven enojados con el gobierno están adornadas con autos cero kilómetro y las vestimentas de los que protestan tienen todas nombres de primeras marcas que no bajan de $1000 por unidad como mínimo y a eso debemos sumarle el calzado deportivo o la ropa, que en la mayoría de los casos representa a algún equipo de fútbol y todos sabemos lo que cuesta.
Todo lo que estoy relatando lo he visto en apenas 72 horas de permanencia fuera del pequeño y hermoso pueblo de Misiones llamado «Capioví» que me abrió su corazón un día y allí comenzamos una nueva vida.
En síntesis, todos sabemos que hay crisis, que estamos como la mona, que el dinero no alcanza y muchas carencias nos golpean a todos por igual, pero no se explica como es posible que en un país que está en ruinas, un empleado público vaya a su trabajo en un auto cero kilómetro y en un piquete los muchachos se comunican con celulares de mas de 10.000 pesos. Así las cosas, las protestas se convierten en burla para los que realmente se encuentran en una situación de abandono que viene desde hace muchos años golpeando su dignidad.
«No te quejes si no te quejas» es el mejor refrán que he encontrado para darle un poco de significado a la situación que acabo de vivir y comprobar con mis propios ojos. Aquí hay mucha mentira verbal y mediática alimentando el cerebro de millones de hermanos a quienes han convertido en inválidos intelectuales fomentando su ignorancia.
Todos sabemos que existe otro camino para salir de esta crisis, pero requiere de mucho esfuerzo y tiempo para transitar y poder ver algún resultado. Por ahora solo veo que estamos en la cochera y aún no encendimos los motores para iniciar una nueva vida institucional, la misma que hemos abandonado hace muchos años.
«La tierra que no es labrada llevará abrojos y espinas aunque sea fértil; así es el entendimiento del hombre», Santa Teresa de Jesús (1515-1582)
El autor es: Locutor Nacional-Comunicador.
Capiovi Misiones, Argentina
DNI 7788556