Por Juan Tomás Valenzuela
La joven que acusó a Faña
de manoseó y manigua,
hoy dá una respuesta ambigua
que en vez de clara, es castaña.
Aunque a mi eso no me extraña,
porque conozco a Leonardo,
se equivoca largo a largo
si cree que con una excusa,
se podría cerrar la esclusa
que virtió este trago amargo.
La gerente financiera
que hasta presentó renuncia,
había hecho una denuncia
que ni ella misma creyera.
Que había despertado encuera…
Que fue a comer a Bonao…
Que sintió un bajo a pecáo
por debajo de la blusa…
y entre mucho más excusas,
también la habían manoseáo.
Pero como la verdad
tiende a flotar como el corcho,
Faña, en medio de este encorcho,
mantuvo tranquilidad.
La mentira y la maldad,
siempre tienen piernas cortas,
y por ende, no soportan
ser sometida a escarceos,
ni a mudanza, ni acarreo,
ni a hacerla arder como torta.
Ahora, la exfuncionaria
que se sentía toda ella,
desestima la querella
bajo una firma notaria.
La liviandad fornicaria
que se le atribuye a Faña,
a la que realmente daña
es a su propia figura,
ya que al final, no es tan pura
y tampoco a nadie engaña.
Lo mismo que a esta mozuela,
al que hoy ataca a Fulcar,
le va a ir igual de mal
cuando termine la escuela.
Fulcar, le va a dar gabela
al que quiere difamarlo.
No va a desenmascararlo
porque lo mismo que Faña,
es el que puede, el que daña,
y no el que quiere intentarlo.
Juan de los Palotes
27 enero 2021