Por Juan Tomás Valenzuela
Allanaron “por error”
la casa de Abel Martínez,
un grupo de saiyajines
con el más fiero fervor.
Andaba un procurador,
dos ayudantes fiscales,
como veinte marsupiales
con sus trajes de campaña,
la nieta de Hilda Saldaña
y como seis generales.
En la casa de campaña
del alcalde de Santiago,
esta caterva de vagos,
propensos a las malas mañas,
fue a abalanzarse con saña
en contra de ese cundango,
que aunque pernoctó en el fango
con Cristina y con Pechito,
también salió limpiecito,
(y con un billete ñango).
La gente de Abel Martínez
calificó de atropello,
que a un político tan bello
del barrio de Los Pepines,
lo hagan salir en patines
de su entorno familiar,
solo para averiguar
de quien ha sido la idea,
de ir a auscultarle su aldea
del modo menos cordial.
Abel pidió a Anti Narcoticos
explicar esa requisa,
que de manera improvisa
le hicieron esos psicóticos.
“¿Si anda buscando narcoticos,
porqué vienen a mi casa?
¿Pero que coño les pasa
a la gente del gobierno,
buscando a dos hijuecuernos
que a más, no son de mi raza?”.
El funcionario edilicio
declaró insistentemente,
que en su casa, ni en su ambiente
hay gente ligada al vicio.
Y aunque corrupto, en principio,
no es menos cierto que Abel,
no tiene nada que ver
con la droga de Quirino,
ni los cuartos de Diandino,
ni el Hombre Araña y Leonel.
Juan de los Palotes
16 enero 2021