Por Amparo Chantada
El mejoramiento barrial integral, sin desalojo, en las favelas de Río, fue sin dudas, la solución técnico- financiera y social más adecuada para sus moradores, para Brasil, que en ese momento celebró – el Mundial y los Juegos Olímpicos. Con esa intervención, Brasil, presento al mundo un cierto remozamiento físico de sus cerros -donde millones de ex – campesinos pobres han encontrado un techo y refugio- mostro un rostro más sensible a preocuparse por esas condiciones de vida muy difíciles pero también presentó un modelo urbano, no utópico, de intervención en barriadas.
Consistió en acciones puntuales para la superación de carencias -infraestructuras, servicios, espacios públicos y realizo una titulación de la vivienda que dignificó a los moradores. No fue, ni es, la panacea, podríamos decir que es la manera más política y económica para un Gobierno de intervenir un barrio pobre, mantiene el statu-quo y la inversión es mínima. No produce sufrimientos, desarraigo, ni frustraciones, al contrario, y el Gobierno se ahorra la construcción de proyectos habitacionales más costosos.
Se trató de humanizar la vida de las favelas, de reconocer el esfuerzo colectivo de auto-producir su hábitat, de un patrimonio material y una especie de compensación social frente a los exorbitantes gastos incurridos en los megaproyectos deportivos. El arquitecto Jorge Jáuregui -hoy en el país para el proyecto La Cienaga-Los Guandules- lideró el proyecto y lo justificaba así:…
“La política para las favelas, – del Plan General de 1993-, busca su integración con la ciudad regulada, mediante la protección legal de los residentes para que puedan quedarse en esas áreas y quiere elevar la calidad de los servicios hasta el nivel de los barrios que los rodean… está basado en una correcta participación de las comunidades y en el producto del trabajo colectivo ya realizado, reconocido y absorbido. Se preparan en forma de estudios, maquetas y láminas de colores que facilitan su presentación y comprensión por las comunidades….. Aprobados los borradores, se llevan a las comunidades para una posterior discusión y modificación en las asambleas generales y en las reuniones consultivas más pequeñas”.
La intervención en las favelas de Río,- en condiciones de empinamiento extremo, de altas densidades y presencia de pandillas ligadas a las drogas-, consistió en crear más espacio público ampliando los callejones, creando placitas, canchas y la instalación de mejores y más servicios: redes eléctricas, acceso al agua. La conexión con la ciudad formal, se realizó a partir de una complicada trama vial Norte-Sur y en algún barrio, con un teleférico, (hoy cerrado por asuntos delincuenciales).
La intervención del arquitecto urbanista Jorge Jáuregui, fue saludada y con razón, fue una hazaña por solo enfrentarse a esas bandas juveniles que preferían actuar en callejones y cul de sac, que en calles más anchas y donde la policía y las fuerzas especiales anti drogas penetraban con miedo. En esos procesos lentos, sucesivos, de mucha paciencia, radica la ejemplaridad y la excepcionalidad de la experiencia donde primo la reciprocidad, el entendimiento y el respeto a la dignidad humana con la titulación de la vivienda a la familia: eso exhibe Jorge Jáuregui en su carta de presentación.
Es el mejoramiento urbano o barrial que hemos defendido, años tras años para nuestros barrios informales y por el cual hemos formado varias generaciones de arquitectos, que entendieron que su práctica de gabinete, solitario, debía cambiar y pornerse a la disposición de un proceso lento, largo, gradual, de acciones múltiples conjuntas con una comunidad informada, consultada que lo acompañe, permanentemente. Tiene como premisa obligatoria: el derecho a la ciudad, a la tierra y/o a una vivienda digna con titulación que facilite el acceso al crédito bancario y el reconocimiento del esfuerzo colectivo, del patrimonio auto construido por los sectores populares.
Por todo lo que se hizo en Río y por los esfuerzos de décadas de una generación de urbanistas que llevo las propuestas de mejoramiento barrial hasta los más altos niveles de decisión de organismos internacionales – como Habitat Int, Flasco, Clasco y foros sobre Ciudades y Población,- lamentamos, que el arquitecto Jorge Jáuregui, no asuma el proyecto urbano de La Ciénaga-Los Guandules, fuerte del modelo de Rio – favelas.
Al contrario, inicio, divorciándose de esa experiencia, de su metodología, de esos largos procesos indispensables, desde la falta de información, de consulta, falta de transparencia, hasta la falta de aprobación o consenso como consecuencias.De antemano, sembró ansiedad en lugar de esperanzas; utilizó una parafernalia mediática, apabullante e intimidadora, como siempre para recordar a los moradores, que saben –que hay peor- , que son vulnerables, y que por eso, hay que desalojarlos.
Otra vez se les dijo que el terreno no soporta esas viviendas, pero soportaría –el colmo… una avenida y un parque fluvial!! Exactamente, lo contrario a lo que hizo Jáuregui en Favela-Barrio! donde respetó la trama vial, su uso y su pintoresco zigzagueo. ¡Para eso, no se necesitaba a Jorge Jáuregui! La ciudad de Santo Domingo, se formó con desalojos sucesivos, constantes en la Historia de la ciudad y la memoria colectiva de los barrios pobres de Santo Domingo, se cimentó en torno a un historial de desalojos y atropellos con la penosa obligación de siempre recomenzar, más lejos, a la periferia!. En el proyecto presentado un 27 de Febrero del 2017, el mejoramiento barrial era el objetivo, no esa avenida, ni las 1400 familias a desalojar (y sin alternativas viables).
Recordaremos al arquitecto Jorge Jauregui lo que dijo, iniciando Favela-Barrio, las premisas deben ser ……
“la protección legal de sus habitantes para que puedan quedarse donde viven… basada en una correcta participación de la gente y en el producto del trabajo colectivo”.
Es eso, lo que se necesita en el Domingo Savio. Hace más de 40 años, que un sector de la sociedad anhela una vialidad norte-sur con una avenida en pilotes, costosa e inútil, que nadie recorrerá pero se transforma en el caballo de Troya, por los efectos no confesados que provocará, que no será integración, ni convivencia, ni mejoría de las condiciones de vida, porque lo que mejoraría la vida de esos dos barrios, es una vialidad ligera Este – Oeste, conectando con la centralidad urbana, es propiciar la generación de ingresos, en cooperativas y pequeños talleres, es una política pública de prevención e anticipación para enfrentar los males de todos esos barrios.
Señor Jáuregui ¿Porque arriesgar su bien ganada fama con un sencillo proyecto de gentrificación que afectará a poblaciones que necesitan, de ud, sencillamente, un proyecto tan humano como en Favela-Barrio-Río?, nada más.
La autora es: Phd en Geografía y Planificación Territorial