Por Tahira Vargas
Forjadores de opinión en los medios de comunicación y personas de influencia en nuestra sociedad (dirigentes políticos, funcionarios, directivos de centros educativos e instituciones) tienden a analizar e interpretar los problemas sociales culpabilizando a la familia. Discursos como “la familia está destruyéndose”, “estamos frente a la destrucción de la familia”, predominan en el escenario social y mediático.
Estos discursos dejan de lado varias dimensiones como las siguientes:
1-Ausencia de perspectiva histórica sobre nuestra sociedad
Los problemas sociales que vivimos hoy: violencia, feminicidios, corrupción, delincuencia, exclusión, explotación sexual-comercial, abuso infantil, violación de derechos. Ninguno de esos problemas es reciente. Todos están presentes en nuestra sociedad desde la colonización de los españoles a esta isla, con ellos vino la esclavitud, violencia, explotación y violaciones sexuales de niñas y mujeres, desigualdad, corrupción y delincuencia. La colonización estuvo marcada por todos estos males sociales y han transitado por nuestra sociedad sin rupturas.
2-Desconocimiento sobre la diversidad de estructuras familiares existentes en nuestra historia.
En nuestra historia social hemos contado con familias extensas, familias nucleares (formadas por parejas e hijos/as) familias monoparentales. Estas familias han existido en nuestra historia porque somos una sociedad culturalmente sincrética con un sostén cultural del patriarcado que refuerza el machismo y la poligamia-oculta y una cultura afrocaribeña que refuerza el tejido familia extenso como parte de la red de cuidado y apoyo entre mujeres.
Nosotros como sociedad siempre hemos tenido hombres con varias familias. Aunque antes no existieran tantos divorcios, existían varias familias con un mismo padre como existen hoy, por tanto algunas de ellas han contado y cuentan con padres ausentes que solo visitan la familia algunos días o nunca van.
3-Resistencias al cambio social y cultural.
Estas afirmaciones sobre la realidad social en una mirada al pasado en forma tergiversada y mitificada tiene un sustrato ideológico de conservadurismo y resistencia al cambio. La familia es un espacio de convivencia social que está en permanente cambio. Esos cambios no son los que generan problemas al interior de la familia, son las pautas de convivencia que existen en su interior.
Hemos tenido y tenemos hoy familias con patrones de violencia de género y hacia niños y niñas. Junto a estas familias han existido y existen otras que no han tenido ni tienen estos patrones y conviven en relaciones de equidad y respeto.
Las diferencias entre estas familias no las marca su composición ni su estructura ( si la forman padres-madres, abuelas, madres solas, padres solos o parejas homosexuales) sino en las pautas que rigen sus relaciones desde la equidad y respeto a los derechos de sus miembros. Difundir la existencia de estas familias diversas que generan cambios hacia la equidad favorece a la expansión de valores democráticos y sobre todo al predominio del amor y la paz.
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