Por Milton Olivo
Aquel domingo 16 de Julio de 1838, día en que se fundó la Trinitaria, Duarte apenas contaba con 25 años de edad.
Instante en que dijo: «Estamos convencidos de que entre dominicanos y haitianos no hay fusión posible. Somos y seremos dos pueblos diferentes. Nuestro destino es ser independientes, absolutamente independientes».
[…] Nuestra sociedad se llamará La Trinitaria porque se compondrá de grupos de tres y la pondremos bajo el amparo de la Santísima Trinidad. Nuestro lema: Dios, Patria y Libertad. […]
Amigos míos, estamos aquí para ratificar el propósito que habíamos concebido de conspirar y hacer que el pueblo se subleve contra el poder haitiano, a fin de constituirnos en Estado libre e independiente con el nombre de República Dominicana.
La cruz blanca que llevará nuestra bandera dirá al mundo que el pueblo dominicano, al ingresar en la vida de la libertad, proclama la unión de todas las razas por los vínculos de la civilización y el cristianismo…
La situación en que nos colocaremos será muy grave, y tanto más, cuanto que entrando ya en este camino, retroceder será imposible. Ahora bien, en este momento hay tiempo todavía de rehuir el compromiso. Por tanto, si alguno quisiera separarse”…
Quienes eran los presentes
• Juan Pablo Duarte Díez
• Juan Isidro Pérez
• Pedro Alejandrino Pina
• Félix María Ruiz
• José María Serra
• Felipe Alfau
• Juan Nepomuceno Ravelo
• Benito González
• Jacinto de la Concha
Las edades de cada uno de los presentes, en su mayoría similar a la de Duarte, hoy diríamos que eran un grupo de muchachos. Al igual que en el presente, el país requiere que los muchachos asuman la causa de la patria, porque es asumir la causa de su bienestar y libertad en el por-venir. Alejándose de las drogas y todo los que no sea bueno, bello y justo.
A ese Juan Pablo Duarte de 25 años es que debemos honrar. Nunca he entendido porque preferimos oficializar la imagen del hombre de 60 o más que es el que vemos en todas las imágenes que se publicitan.
Sobre todo, cuando la juventud ha perdido el sentido de su existencia, que va mas allá del mero acumular para consumir.
Debemos concientizar para que cada individuo dominicano sepa que: “El fin último de nuestra lucha histórica es la conquista de esta unidad del hombre; donde cada hombre sea a la vez técnico y filósofo, trabajador y poeta, maestro de su propio destino y señor de su propio futuro”.
La importancia de mantener vivo el espíritu y la meta de la dominicanidad, de un pueblo para cuyos hombres y mujeres su norte, es el lema de la dominicanidad; Dios, Patria y Libertad, es porque la unidad de doctrina, hace que cada hombre vea los problemas, los comprenda y los aprecie de una misma manera. Y de una misma manera de percibir y de apreciar resulta una misma manera de proceder.
Eso lleva a la unidad de acción, lo que necesitamos para hacer de Quisqueya una Potencia.
El autor es Coordinador Nacional de la Comisión Organizadora del Partido Quisqueya Potencia