Por Juan Tomás Valenzuela
El grupo de “iluminados”
que siguen al peregrino,
emprendieron el camino
que andan los desorientados.
Buscando por algún lado
la salud espiritual,
que libra de todo mal
al que tiene fe en Jesús,
en el ungido, en Mambrú
y en Las Penas de Arrabal.
Una piara de creyentes
y el peregrino de Moca,
emprendieron una loca
carrera hacia el Occidente,
moviéndose diligentes
desde aquí hasta Puerto Plata,
de la manera insensata
que acostumbran los cristianos,
arriesgando al que está sano
en la inútil caminata.
El mismito peregrino
que pedía la reelección,
hoy instó a la población
a seguirle en el camino
que el sobrino de Quirino
emprendió cuando fue a cielo.
Y aunque entre aquel bigañuelo
y en este hay gran diferencia,
es claro que la imprudencia
parte del mismo modelo.
El peligro de contagio
de esta peste peligrosa
se regodeaba ostentosa
como maldito presagio.
Y como dice el adagio
que “La fe mueve montañas”,
Monchy usó sus malas mañas
para darle al peregrino
los permisos de camino
y cuartos pa’l ron de caña.
Aunque creen que Roquelito
es el que metió la pata,
se comenta en Puerto Plata
que este cabeza e’ chorlito,
solo les prestó un ratito
su aparato de sonido;
que fuén Monchy y el ungido,
actuando de mala fe,
que armaron este bembé
para dejarlos moridos.
Juan de los Palotes
26 abril 2020