Por Juan Tomás Valenzuela
Aunque el cura fue conciso
al declararse confeso,
su abogado, un Ruyehuesos,
lo ha definido indeciso.
Haciéndole caso omiso
al cumulo de las pruebas,
este miembro de la gleba
que prostituye el Derecho,
dió a desconocer los hechos,
basándose en contrapruebas.
“Mi cliente lo ultimó,
no cabe la menor duda,
mi condolencia a la viuda
y a tó el que lo conoció.
Pero me pregunto yo,
ante el hecho deleznable,
¿matarlo lo hace culpable,
ciertamente de homicidio?
Bien podría ser un suicidio
por prestarse tan confiable”.
“Aunque el curita portaba
la usada arma homicida,
él le disparó con vida,
por tanto, muerto no estaba.
Y aunque era él quien jalaba,
cruelmente por el gatillo,
ninguno de los casquillos
encontrados en la escena,
son suficiente condena
si no aparece un cuchillo”.
“Yo no sé cómo explicarles
que el curita es inocente,
quizás por su don de gente
o qué más pueda contarles.
Pero quisiera explicarles
a un sin encontrar palabras,
es que si no hay pat’e cabra
ni violencia en la ocasión,
sería muerte por pasión
o un acto de Abracadabra”.
Esta fue la explicación
que presentó el abogado,
obviamente enajenado
y falto de comprensión.
El argumento burlón
que presentaba el jurista,
es evidente que dista
de la lógica en derecho,
conque este engullidor de afrecho
quiere calentar la pista.
Juan de los Palotes
10 junio 2022