Por Juan Tomás Valenzuela
Observando el calendario
de mi teléfono viejo,
me recuerda que el pellejo
casi agota el huso horario.
Que el porte de millonario
que está puesto en mi perfil,
dista mucho del reptíl
que me veo en realidad,
por la cruel desigualdad
del sistema mercantíl.
Aunque en google, mi pefil,
se asemeja al de Chayanne,
la calva de Bucaram
ya se me empieza a sentir.
Y aunque no quiera admitir,
con el paso de los años,
aquel cabello castaño
que yo ostentaba orgulloso,
cambió a un moñero canoso
que me hace ver algo extraño.
Aquella imagen de Adonis
que adorno mi juventud,
ha perdido la salud
que solo le dan los monys.
Si no es por Edwin Crescioni
que me dá pa las pastillas,
lo que es pistones y anillas,
ya tuviera que cambiar,
pues mi vida está tán mal
que solo fumo colillas.
Pero aquí estoy… de atrevío,
celebrando un año más,
soñando que alguien vendrá
al menos con un envío.
Porque de tó ese gentío
que me hace coro en la redes,
tal vez alguno intercede
por mi ante algún banquero
y aunque sea un chin de dinero
me manda…. si es que se puede.