Por Juan Tomás Valenzuela
A la crisis deprimente
que padece el pueblo haitiano,
no hay un fin dominicano,
según dijo el presidente.
Luis, lo expresó firmemente
en las Naciones Unidas:
“La batalla está perdida
si creen que somos nosotros
que domaremos el potro
de esta causa enrarecida”.
El mandatario explicó,
al marco de su discurso,
que si no se cambia el curso
de lo que allí se planteó,
esa nación se embromó,
y esto no es culpa de él,
ni del ladrón de Leonel,
ni del ungido maldito,
ni de Papá, ni de Elito,
ni de François Duvalier.
Las causas de este problema
son de un origen histórico,
según aquellos teóricos
que nos meten esa enema.
No fue la nata y la crema
que se liberó de Francia,
fue toda esa necromancia
que se mantuvo ignorante,
que queriendo echar pa’lante,
actuaron sin tolerancia.
Si esa vez, los liberados
fueran la clase oligarquica,
hoy serían Haití y Jamaica
dos pueblos adinerados.
Quizá sería de este lado
donde morara el desorden.
Sería ellos los que engorden
nuestra clase campesina,
que por bruta y por mezquina
estaría vuelta un desorden.
Juan de los Palotes
25 septiembre 2021