Por Félix Luna
La muerte de César Medina me hace pensar y reflexionar; como un hombre con una vida activa en la sociedad dominicana, que escribía sus artículos para un periódico, que hacía opinión desde sus programas de televisión y que era vice ministro de Relaciones Exteriores (claro está dentro de las limitaciones que su enfermedad le permitió, nunca anunció su retiro, más una vez que otra hacía estas actividades) terminó su paso por esta vida, sin que todo eso fuera motivo para que ni los aristócratas, ni la clase media y mucho menos la clase baja de la sociedad se solidarizara y sintiera profundamente su muerte.
Los asistentes a su acto fúnebre se podían contar fácilmente.
A pesar de su vida pública, su paso no dejó una huella que pudieran servir de ejemplo y modelo de valores a los jóvenes…
Yo creo que las bocinas, deberían reflexionar sobre su papel en los medios de comunicación.
El liderazgo debe verse en ese espejo, pues no puedo imaginar dolor más grande que despedir a un ser querido sintiendo la algarabía de un pueblo que ve la justicia en el ataud de ese pariente.
Yo no quisiera ver a mi familia llorar por mi muerte, mientras el país se alegra por la misma razón…
Morir dos veces, por su apego a lo material… Todo lo que cualquier ser humano desea, fama y dinero; y morir como el chacal (el más despreciado de todos).