Por Juan Tomás Valenzuela
A don Francisco Pagán,
tosiendo y con mucha gripe,
se lo llevaron en “yipe”,
dos rasos y un capitán.
A este incordio, lo ingresán
por problemas de salud,
con una celeritud
que rayó en lo sospechoso,
porque este facineroso
se merecía un ataúd.
Esta semana pasada
fue la segunda ocasión
que el Centro de Corrección
sacó a este ñús en desbandada.
Se cree que fue una jugada
del director de la OISOE,
aprovechando que el COE
mandó a conservan en puertos,
embarcaciones, a “muertos”
y todo animal que roe.
Pagan, tiene de relajo
a los del nueve-uno-uno,
quienes salen en ayuno
a auxiliar a este carajo.
A estos hombre de trabajo
no debían tenerlo en eso,
si a este corrupto travieso
le dió la fiebre porcina,
que le dén una aspirina
y que permanezca preso.
Ya se ha vuelto una costumbre
que todo facineroso,
desde que se siente fañoso,
o ante alguna incertidumbre,
recurra a la pesadumbre
de fingir enfermedad,
buscando la caridad
de nuestra autoridades,
para que de ellos se apiaden,
y les dén la libertad.
Juan de los Palotes
17 agosto 2021