Por Ismael Reyes
Si nos atenemos a la definición de la palabra emergente y la aplicamos a los partidos políticos dominicanos, tendremos que con ella se quiere significar que se trata de entidades partidarias que están saliendo a la superficie política, emergiendo desde el fondo de su poca incidencia pública para hacerse más visibles, y por ende, ser tomados más en cuenta.
Los partidos emergentes tienen su razón de ser en un contexto donde existe una ausencia de respuestas adecuadas por parte de los partidos mayoritarios y donde se da una alta tasa de volatilidad de las preferencias electorales productos de los desencantos acumulados.
De modo que los partidos emergentes pueden ser los beneficiarios naturales de quienes están descontentos con el modo de hacer política tradicional, capitalizando el “hartazgo” de los votantes con relación a aquellos que no han podido cumplir con sus expectativas.
De aquí se desprende que la votación que captan los partidos que se mueven entre la franja de los minoritarios se alimentan de quienes buscan algo diferente a lo existente. Su crecimiento va a depender de su capacidad de impactar y de esperanzar a un segmento del electorado que bien, o no estaba movilizado, o bien busca nuevas alternativas que consideren más representativas.
Esto abre la posibilidad de que por las mismas razones enunciadas, en ciertas coyunturas favorables, las masas tomen conciencia de la necesidad de que los partidos emergentes releven a los que ahora acaparan el favor mayoritario, y que a partir de una ‘honda’ como la de David derriben a los Goliat de la política vernácula. Todo dependerá de cómo se trabaje y de la estrategia que desarrollen para acercar esa posibilidad.
Vista así las cosas, los partidos pequeños son importantes para el fortalecimiento de la democracia en la medida en que promueven la participación del votante que no está muy de acuerdo con lo que hay y en la medida que enriquece la pluralidad electoral.
Las diferentes alternativas políticas son saludables, democráticamente hablando, porque permiten que se oigan voces desde otras perspectivas en los ayuntamientos y en congreso. Porque también rompen el monopolio del bipartidismo, haciendo que la democracia no sea monocromática, sino multicolor como la vida misma.
Ante ellas se presenta el reto de lograr que los votantes se familiaricen con ellas y con sus propuestas, contribuyendo a disipar el miedo que tienen muchos electores a ‘perder’ o ‘desperdiciar’ su voto. En la Republica Dominicana parece que ese temor está desapareciendo, pues los partidos llamados minoritarios cuentan con cierto número de curules en el Congreso y en las alcaldías locales. Ello es un indicativo de que emergieron en el panorama partidista dominicano y han logrado mantener su vigencia, contra vientos y marea, en los caminos difíciles de la política nacional.
Si vemos a los partidos que forman parte del Bloque Progresista, nos daremos cuenta de que los mismos han sido la clave del éxito para que el Partido de la Liberación Dominicana se sostenga en el poder por casi 12 años consecutivos. Los partidos que integran esa alianza, al igual que otros, ya no puede considerárseles como efímeros, ya que han participado en varios procesos eleccionarios, manteniendo el registro oficial y logrando representación legislativa y municipal a nivel nacional.
De modo, que no se puede minimizar la importancia política de los partidos emergentes, llamándoles despectivamente como “satélites” o “bisagras”, ya que más de una vez han demostrado tener la llave del triunfo, y en las próximas elecciones que se avizoran muy competidas, su trascendencia nuevamente quedará revalidada.
Si estos partidos hasta ahora no se han atrevido a concurrir solos a unas elecciones, es porque todavía no cuentan con una buena base financiera, una estructura política y una base social que les permita retar al poder de los grandes. Además, su fuerza e incidencia electoral están limitadas por las trabas que el propio sistema político impone a estas representaciones políticas, como el financiamiento estatal y la pobre cobertura informativa de los medios. Es decir, que compiten en condiciones inequitativas y desfavorables.
Pero es de por sí un gran logro el hecho de que no hayan desaparecido en medio de estas limitaciones y que mantengan su vigencia en un contexto donde el electorado se haya alineado y repartido entre las principales fuerzas políticas tradicionales que dominan el escenario electoral desde hace varias décadas.
No podemos dejar de mencionar que uno de los primeros que reconoció y valoró el papel importante de los partidos emergentes fue el eterno líder de nuestro pueblo, José Francisco Peña Gómez, cuando aglutinó a distintos partidos alrededor del Acuerdo de Santo Domingo para llevar al poder a Antonio Guzmán e hizo lo mismo también para que el PRD regresara nuevamente al poder en las elecciones del 2000.
Los partidos minoritarios o emergentes, como se les quiera llamar, en la presente coyuntura política están llamados a jugar un papel decisivo, ya que muchos electores que no están dispuestos a votar por partidos tradicionales por diversas razones, bien lo harían por otras fuerzas menos contaminadas por el ejercicio del poder. Y como cada voto cuenta, y ninguna fuerza sobra, los partidos emergentes contarán mucho en el próximo torneo electoral. De modo que mientras más amplia sea alianza, mayores serán las posibilidades de acceder al poder o mantenerse en él.
El hecho de que en las elecciones venideras habrá dos importantes coaliciones electorales encabezadas por partidos grandes, es un reconocimiento de que éstos saben el papel clave de las fuerzas pequeñas, pero importantes y determinantes en términos electorales.