Por Anulfo Mateo Pérez
No creo que nadie imaginara que los asaltos a camiones de transporte de valores de compañías privadas, al servicio de bancos nacionales, serían excelentes temas para escribir una novela o un relato corto, para el consumo masivo de una población ávida de literatura sobre la realidad nacional.
Por el perfil psicológico de los protagonistas y la historia, salpicada de ciencia ficción, intriga, terror y hermosura de su prosa, me hace recordar al escritor, poeta y periodista romántico, Edgar Allan Poe.
Este estadounidense, cuya causa de muerte nunca fue aclarada, renovó la novela gótica, inventó el relato detectivesco, autor de los “cuentos de terror”, intentó hacer de ese oficio su modus vivendi.
No estoy siendo sarcástico ni mordaz, en realidad lo creo. Todo lo narrado sobre el ultimado John Percival Matos, y los que aún sobreviven en el capítulo que leemos, sirven hasta para el guión de un buen filme.
Sería un gran aporte a la literatura nacional, universal y a la cinemateca de nuestro país. Una historia de consumo popular, apoyándose en el imaginario del pueblo dominicano, cargada de surrealismo y suspenso.
De antemano, a ciertos medios de prensa y a sus redactores asignados a cubrir las fuentes de la Policía y Presidencia de la República, entre otras oficiales, merecen ser incluidos en los créditos de la obra.
Por supuesto, hay otras versiones de todo lo acontecido en la vida real de los personajes envueltos en la trama, pero por carecer de valor estético y crédito público, creo que la oficial merece la oportunidad.
Otras obras literarias están ya en imprenta, la que trata el emblemático “12 de Enero de 1972”, “El gran asalto a Vimenca”, “Las manos ocultas de Odebrecht” y, el seguro best seller, “Punta Catalina Miau”.