Por Juan Tomás Valenzuela
El flamante presidente
que se eligió el mes pasado,
le aconsejó a sus aliados,
a más de a su misma gente,
que deben tener presente
que el retrato en sus repisas,
si no es de la Monalisa
o una gorda de Botero,
sea de Jeréz el chivero,
o de la diosa Artemisa.
Que sea un retrato de Duarte
o Gregorio Luperón,
de Cayo Báez, de Colón
o de Doña María Ugarte.
De Crispín, del Abayarte,
de la gente de Embraer,
de Sandro, de Raphael,
de Olga Lara o de Vikiana,
o de quien le venga en gana,
pero no de Abinader.
Ese recurso barato
que acuñaba el Trujillismo,
que continuó el Leonelismo
y este ungido pelagato,
no será, en este mandato,
bien visto por el poder,
porque Luis Abinader
no es hombre de pleitesías,
y to esas lambonerías,
claro que no van con él.
Si va a poner una foto,
ponga a Cristina Aguilera,
a Miguel Ángel Herrera,
o del dueño de la Loto.
Ponga la de Nakamoto,
el piloto japonés,
una de Sor Juana Inés
o de Joaquín Balaguer,
pero la de Abinader,
sería una ridiculez.
Luis, anunció firmemente
que no quiere su retrato
en manos de un insensato
que administre cuarto o gente.
Él prefiere que el ambiente
en que se va a trabajar,
sea una foto familiar
de los mismos incumbentes,
que les sirva de aliciente,
por si un día quieren pecar.
Juan de los Palotes
25 agosto 2020