Por Guido Gómez Mazara
La histórica vocación de fragmentarnos e invertir tanto tiempo en egos inflados y agendas personales ha sido una de las grandes fatalidades del espectro opositor. Inclusive, los proyectos victoriosos tradicionalmente descansan en la habilidad del poder en incubar una altísima dosis divisionista capaz de articular una mayoría electoral que se torna efectiva por la incapacidad en poder mantenernos juntos en la diversidad.
Una lectura inteligente del desastre generado con la posposición de las elecciones municipales pautadas para el 16 de febrero consiste en preservar el entusiasmo ciudadano transformándolo en ira electoral y participar masivamente en la contienda del próximo 15 de marzo. Y es que el gobierno pretende construir una vía de sobrevivencia política alrededor de utilizar los recursos públicos como único medio en capacidad de hacerlos respirar con “resultados” que le mantengan algún tipo de entusiasmo. Es innegable que el factor económico representa una desventaja práctica para las fuerzas opositoras, en una lucha electoral caracterizada por una noción clientelar, activada desde el oficialismo a golpe de cemento, asfalto, planes sociales, dinero y uso de los organismos de seguridad del Estado.
La única respuesta efectiva es desmontar la creencia gubernamental estructurada alrededor de confundir decencia con cobardía. Por eso, una sociedad fálica como la nuestra posibilita respuesta de un temple especial desde la franja opositora que no deje dudas sobre llegar hasta las últimas consecuencias para defender el proceso electoral. Cuando se combina toda la voluntad adversa al oficialismo existen las matemáticas reales que trazan la senda de ventajas inalcanzables, pero esos factores a su vez, constituyen la fuente de perturbaciones de los que saben de los niveles de impugnación que tienen en la sociedad.
Aquí tenemos que dejar de una vez y para siempre de no llamar las cosas por su nombre porque no es verdad que todo el tinglado orquestado para sabotear las elecciones municipales se hizo sin el conocimiento y consentimiento del poder político aposentado en el Palacio Nacional.
Danilo Medina, es un articulador que no deja espacios ni cabos sueltos, y la teoría de apostar al caos tendría de ventaja colateral preservar niveles de aliento en sus tropas y estructurar salidas consensuadas sobre tranquilidades y complicidades que el país no puede tolerar.
La lectura estrictamente política es que, un candidato oficial sin posibilidades de victoria, deja en el desamparo a un gobernante cesante sin potencialidades en el Congreso para encontrar una vía de rehabilitación. De ahí, el miedo y todas las combinaciones truculentas incentivadas por el oficialismo.
La oposición tiene que desarrollar un mayor sentido del interés colectivo porque la apuesta no puede exhibir énfasis en el marco de las aspiraciones pura y simple, olvidándonos de una fragilidad institucional menguada el domingo 16 y una irresponsabilidad evidente del órgano electoral sin ningún tipo de credibilidad que, oculta su falta de carácter y su genuflexión frente al poder, en auxilios mediáticos de sectores religiosos y económicos que por sus defensas a la gestión institucional confundieron reclamos válidos con “necedades” de actores políticos.
Creernos que la actuación de la Junta Central Electoral, se resuelve con campañas de relaciones públicas y tolerancias de mal menor ante suplencias de un militantismo vulgar, daña la democracia y reitera la cultura del régimen sin consecuencias.
No simplifiquemos las maniobras del gobierno y que el entusiasmo de ganarles nos impida evaluar el daño al sistema democrático que tanto esfuerzo y sacrificios nos costó.
Confundir los intentos de sanción real de los verdaderos responsables con maniobras del poder en asociar culpas al litoral opositor representa otra burla y convencimiento de que pueden trastocarlo y degradarlo todo. Y no es ni puede ser así.
Con faldas y pantalones dispuestos a impedir la burla de los procedimientos indecorosos debemos mantenernos unidos sin abrir una pulgada la posibilidad de que nos dividan. Juntos en procura de que los eventos democráticos se desarrollen con toda la transparencia posible para cerrarle de una vez y para siempre el paso a los eternizadores de dioses del ocaso.
Tomado de: hoy.com.do