Por Juan Tomás Valenzuela
El mismísimo Montalvo
le dijo a Francia Zabala,
en el medio de la sala,
que nadie se sienta a salvo.
Que ni Juaniquito el Calvo
se atreva a cantar victoria,
que la pregunta aleatoria
sobre el tema de Iris Guaba,
ni constituye una traba,
ni habita en nuestra memoria.
“Hágame cualquier pregunta,
de historia o de geografía,
de ciencia, de economía,
o tecnología de punta.
Pero no hable de la Junta,
ni de cuándo yo panqueaba,
ni de toda aquella baba
que dijo el Abusador,
menos aún del hedor,
de la mierda de Iris Guaba”.
“Estamos dispuesto a hablar,
de la vida del cangrejo,
o de cualquier loco viejo
de los que intenta aspirar.
Pregúntame de Atiemar,
de los gallos de mi traba,
de las mujeres que amaba
cuando yo era muchachón.
Todo, menos de Rondón
y peor aún, de Iris Guaba”.
“Te puedo hablar de pelota,
o de los extraterrestres,
del golf, del arte rupestre,
o del té de bergamota.
Hablemos de la Toyota
en la que antes yo conchaba.
De cuando yo trabajaba
de mensajero en Fomento,
pero no me hables del Penco,
de corrupción, ni Iris Guaba”.
“Hoy yo estoy dispuesto a hablar
hasta e’tu maldita madre,
pero ni de mi compadre,
ni de Sandra Berrocal.
Pregúntame del Chaval,
o de Tego Calderón,
del Cuco, de Ivette Cintrón,
hasta de Isaura, la esclava…
Pero el tema de Iris Guaba,
ahora no está en discución”.
Juana e los Palortes
7 febrero 2020