Por Luciano Homero Vásquez
Primeramente nuestros partidos deben ofrecer un liderazgo eficaz, con conciencia, pulcritud, decencia, humildad, honestidad, participación, para rescatar su credibilidad ante la sociedad, que desean que le pongan atención a sus dolencias, males sociales, y las exijan en la oposición, o las resuelvan desde el gobierno.
Esto conlleva a crear las técnicas y herramientas para la formación de su dirigencia, recursos humanos, de hombres y mujeres, que demuestren en su proceder actitudes, cualidades morales, éticas, cívica, para que puedan transferir y a la vez dejar fluir las sensibilidades humanas que requiere los reglamentos, normas, que rigen los comportamientos correctos en la sociedad, para la conquista social moral, ética, cívica.
Y desde ese punto de vista dedicarse a delegar, formar liderazgo en las nuevas generaciones que están en su entorno, que son los incuestionables relevos políticos, así evitarían, previniendo, el mal social que en la actualidad está haciendo desaparecer a los partidos tradicional, en donde sus líderes no aceptan que los desplacen hasta que los venza el tiempo.
En definitiva desde un punto de vista social, humano, para que la población pueda volver a confiar en los partidos políticos, sus líderes deben asumir un comportamiento de hombre integral, moral, ético, cívico, que puedan adecentar el actual político, muy fundamentalmente desde las instancias del estado a favor de cada ciudadano que representan; representándolos en lo más posible de un liderazgo ideal.