Por Juan Tomás Valenzuela
Obviamente preocupados
por las pencadas del penco,
gente de su mismo elenco
piden que sea examinado.
Quieren saber si es tarado
o si solo se hace el loco.
Si fue que él estudió poco
o si le dió meningitis,
si fue una peritonitis
o que se “comía lo moco”.
se necesita un estudio
de manera indispensable
sobre este ser despreciable
que solo inspira repudio.
Tal vez solo es el preludio
del final de esa pandemia,
que la falta de academia
y el exceso de confianza,
fue inclinando la balanza
al dolo y a la blasfemia.
Aunque el único animal
que habita allí no es Gonzalo,
dicen que este pejepalo
y el procurador fiscal
si llegaron a estudiar
no fue en lugar conocido,
como tampoco el ungido,
ni la diva de los dientes,
ni Temo, ni su asistente,
ni aquel vocero bandido.
Ya se le pidió a un loquero
que venga a hacerle un examen,
antes de que se lo mamen
sus mismitos compañeros.
Siendo hijo de un zapatero
y una que cose solapas,
si este hombre se destapa
con más cuartos que Quirino,
no habría que ser adivino
para saber que algo tapa.
Y es que el nivel académico
de Danilo y de Gonzalo,
no es solamente el más malo,
sino también que es endémico.
A más de un fallo sistémico
del proceso educativo,
ese penco jiedevivo
y el pastor que lo acarrea,
no han superado la aldea
de la cual habrían salido.
Juan de los Palotes
1 junio 2020