Por Rafael B. Díaz Álvarez
«Cuando era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; más cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño». Corintios 13:11
La entrada de la República Dominicana, al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, ha sido un logro valiosísimo para la diplomacia dominicana, pues con éste paso, formará parte del órgano responsable del mantenimiento de la paz y la seguridad mundial. Las decisiones del Consejo, que se externan a modo de Resoluciones, son vinculantes para todos los países miembros del Sistema, tal como lo indica el Artículo 25 de la Carta.
Éste nuevo compromiso expande obligatoriamente el ángulo de visión internacional, relegado hasta el momento a mantener la continuidad del Estado Dominicano, como interés nacional primordial, velando sus fronteras y asegurando el bienestar de sus ciudadanos. La responsabilidad y las consecuencias de nuestras posiciones y nuestros votos en el Consejo, no se asemejarán en lo absoluto a las que adoptemos en otros foros u organismos internacionales, especializados o generales.
Los conflictos de intereses entre los 193 miembros del Sistema, las prioridades geopolíticas de los cinco Miembros Permanentes del Consejo, y las demandas de los países emergentes de ajuste al orden mundial establecido en 1945, generan problemas reales que se manifiestan en guerras comerciales, sanciones, disputas en las cortes
internacionales, entre otros problemas graves. Como árbitro en la resolución de conflictos, o como órgano de último recurso, el Consejo, está forzado a tomar decisiones que afectan a otros países; a veces con Resoluciones que invitan al uso de la fuerza, que trae con ella muerte y destrucción.
La Rusia, que ya en 1904, era un motivo de preocupación para Mackinder, aún mantiene un peso específico considerable en la política mundial; la China de Mao se ha convertido en un gigante económico con presencia global, desplazando a los Estados Unidos, en su relación con algunos países y regiones; Estados Unidos, el poder
absoluto a partir del 1991, ahora en disputa por mantener su primacía. Las demandas individuales de estos tres países son suficientes para probar la madurez de la política exterior, y los valores que atesora cualquier país que forme parte de los diez miembros No Permanentes del Consejo.
Esta experiencia de dos años entendemos será un medio para forjar nuestro carácter en el ámbito internacional a través de la toma de decisiones coherentes con los Artículos 3 y 26 de nuestra Constitución del 2015, y nuestra capacidad para navegar en aguas turbulentas. Podremos contribuir en la solución de problemas globales como el cambio climático, los crímenes transnacionales, el terrorismo y otros flagelos qu merman el crecimiento de las sociedades modernas.
Llegar al Consejo de Seguridad, es una meta en si misma, además de un medio para proyectar los valores dominicanos, y nuestro compromiso con el multilateralismo, tal cual expresan nuestra Constitución, y la Ley Orgánica del Ministerio de Exteriores.
En hora buena
El autor es: Magister en Derecho y Relaciones Internacionales
rafael.diaz@bitacoradiplomatica.com