Por Juan Tomás Valenzuela
El 63 por ciento
de gasto en Educación,
se está yendo en corrupción,
en nóminas y otros cuentos.
Se está gastando en cemento
una suma exorbitante,
sin que ningún estudiante
pueda aumentar de nivel,
porque allí, en ves de aprender,
se hacen cosas más picantes.
Desde que en el 2013
se asignó el 4 %,
Danilo está en su elemento
como el rey del “Cascanueces”.
Aunque en principio, parece
que se invierte ese dinero,
lo cierto es que el tablajero
que dirige la cartera,
le clava como una fiera
las uñas a ese cordero.
Más de 7 mil millones
destinados a alimentos,
se están yendo como el viento
si que se expliquen razones.
No se dan las condiciones
parra que el estudiantado
pueda avanzar a algún lado
con la inyección de estos fondos,
mientras el gobierno, orondo,
liba lo presupuestado.
Pero lo más vergonzoso
de esta truchimanería,
es cómo esta cofradía,
de modo vertiginoso,
se vuelven tán codiciosos,
cuando se creen influyentes,
pues se les turba la mente
manejando ese dinero,
creyendo, los majaderos,
que pueden ser presidentes.
Dos funcionarios de quinta
que han controlado esos fondos,
saliendo de los más hondo,
ahora renovan sus pintas,
se valen de cagatintas
para hacerlos promotores,
proficuos aduladores
de su ética al obrar,
aunque no puedan llegar
ni al rango de malhechores.
¡Pero Dios mío!… Ya está bueno
de que cualquier bandolero,
porque administre dinero
ya se sienta el dios de trueno.
Eso de andar en el cieno
sin ensuciarse las botas,
se lo creo a una TOYOTA,
a una FORD o una Land Cruiser,
pero no a estos caretuses,
que creen que somos idiotas.
Juan de los Palotes
19 febrero 2019