Por Juan Tomás Valenzuela
La esposa del Canciller
sale en yutú dando chóu
perreando con un Dembow
cuál si fuera de Gualey.
Aunque reside en Caney,
la torre de los bacanos,
se ve que ella mete mano
en cualquier coro que se arme,
aunque el marío se desarme
con ese baile profano.
La dizque “Primera Dama”
del entorno diplomático,
bailó frente a unos fanaticos
igual que una artista urbana.
Por poquito se desgrana
dando golpes de cintura.
Y si el Canciller no apura
y la echa de la tarima,
su moral y su autoestima,
fácil caen a la basura.
La mujer de Miguel Vargas,
con la pámpara encendía,
se metió en bellaquería,
soltando golpes de nalgas.
Yo que la creía hidalga,
al verla “frenando feo”,
me dí cuenta que el perréo
(igual que la corrupción)
se salió del callejón
y hoy anda en caravanéo.
La tipa “bajó con trenza”
el día de la convención,
al lado de su chogón
y frente a toda la prensa.
Pero como ella es propensa
a hacer estos desacatos,
armar ahora un pugilato
por su soltura al bailar,
nunca la va a amilanar,
ni aunque esté frente al priorato.
El que conoce a Angelita
sabe bien que eso no es ná,
porque ese es el “wa-wa-wa”
que trajo de “Las Cañitas”
Lo admita ella, o no lo admita,
esa cultura barrial
nunca la va a abandonar,
aunque su esposo Miguel,
siga siendo Canciller
o pase a ser Cardenal.
Juan de los Palotes
18 diciembre 2019