Por Juan Tomás Valenzuela
Las andanzas de Girón
y del Coronel D’ Aza,
quienes repartían la masa
de dolo y de corrupción,
tenían en el batallón
y en toda la comandancia,
la total inobservancia
desde la plana mayor,
para que el benefactor
se explaye con abundancia.
Desde nóminas falseadas
a ayudas inoportunas,
recogían en “fony una”
las boronas acordadas.
Tal como lo hacían, Cavada
y Marchena con la prensa,
iban por la recompensa
que había en los cuerpos armados,
peinando de lado a lado
toditas las dependencias.
Allí no había un solo raso,
ni oficiales superiores,
que no diera estos señores
de su sueldo algún pedazo.
Y mientras tanto, el payaso
que fungía de presidente,
haciéndose el inocente
con su cara de pendejo,
les daba solo el gollejo
a este par de delincuentes.
Aunque vivían una vida
diametralmente suntuosa,
lo cierto es que estas babosas
no eran tan favorecidas;
Ya que la real repartida
no era con estos bandidos.
Eran Adán, el ungido,
la pastora Rossy Guzmán,
quienes sacaban millones
con el singular descuido.
El “comandante” Girón
era solo un guaremate,
tal vez el noveno al bate
en esta repartición.
Este, y el otro lambón,
actuaban de cobradores,
los que recogían las flores
del jardín de la pastora,
quien superaba a La Tora
en este y otros factores.
Juan de los Palotes
28 abril 2021