Por Juan Tomás Valenzuela
Ver a Luis y a Waldo Ariel
unidos por la salud,
me muestra que aún hay virtud
en la cima del poder.
Desde cuando Balaguer,
el gremio de los galenos,
solo recibió veneno
de las huestes de palacio,
que no le dieron espacio
para un ejercicio pleno.
Cuando llegó el PLD
no fue nada diferente,
porque también esta gente
quisieron meterle el pie.
Se creyó que el PRD,
que gobernó en el 2000,
era quie iba a cumplir
con el recate del gremio,
allí se les peló el premio
y volvieron a sufrir.
Regresó en el dos mil cuatro
el rey de la demagogia,
y con él, llegó la logia
con su estilo de teatro.
Creían que hasta el veinticuatro
esta vaina iba a ser de ellos,
y no mostraron destello
de que el tema de salud
iba a tener una luz,
pues le tiraron al cuello.
Después de tanto desastre
y de tantas tropelías,
tenía que llegar el día
en que todo aquel pillastre
que como tanque de lastre
manejaba la salud,
tal vez por ineptitud
o por falta de conciencia,
saldrían de la presidencia
y vendría la gratitud.
Hoy vemos a Waldo Ariel
y a todo su gremio entero,
firmar como caballeros
juntos Luis Abinader,
un pacto que va a poner
el fin a tanta ignominia.
Pues debajo de esas líneas
que firman estos portentos,
está jurado el aumento
a una clase rectilínea.
Juan de los Palotes
21 diciembre 2020