Por Juan Tomás Valenzuela
Las redes están timbí
de vídeos de Euri Cabral,
que de forma irracional
llora más que Luis Martí.
El cineasta Ángel Muñíz
debía tenerlo presente,
porque hay pocos exponentes
en el área de histrionísmo,
te lloren con el cinísmo
con que llora este “creyente”.
Cuando escuché a Euri Cabral
llorando por sus vecinos,
vino a mi mente Quirino
en su trayecto al penal.
“Yo no podí imaginar”,
decía el narcotraficante,
“Que con este gobernante,
que me trató como a un socio,
me sacarían del negocio
o me tirarían pa’lante”.
Euri, mete la cabeza,
según su propia expresión,
por dos socios de Rondón
en sus flamantes empresas.
Más, lo que contra ellos pesa
no es delito de expresión,
ni de comunicación,
ni nada por el estilo,
la sospecha que está en vilo
es por dolo y corrupción.
Ahora, con su linda cara
(Lo de lindo es un decir)
Julio, ha pedido incluir
a to’la cárdena piara,
o a quien metío la cuchara
en cualquiera de las obras,
aunque ellos saben de sobra,
que una cosa es construir
y la otra es delinquír
contratando esas maniobras.
10 Mayo 2018