Por Elsa Peña Nadal
La verdad es que hay que estar vivos para ver, como dice el pueblo llano. En la lucha que de cara al 2020 escenifican los dos bandos en que está divido el PLD—uno, encabezado por Danilo Medina, en el poder y el otro por Leonel Fernández, queriendo volver—se escucha una serie de “argumentos” que para desmontarlos necesitaríamos llenar muchas cuartillas.
Leonel Fernández y Temístocles Montas,–para solo citar a dos miembros del bando opositor que han expresado su “preocupación” por la situación que atraviesa el Partido de la Liberación Dominicana– para nada se refieren a la desastrosa situación moral, económica y social en que está sumido el pueblo dominicano, al que han gobernado durante casi 20 años y en el que la mayoría de sus dirigentes morados han pasado de pobres a ricos, como por arte de magia.
Una magia que se expresa en deforestación y otros daños irreparables al medio ambiente; en la quiebra de nuestras instituciones jurídicas para garantizarse impunidad; en una corrupción escandalosa que nos lleva a encabezar las listas de los países más corruptos de Latinoamérica; y en el empobrecimiento de la gran mayoría de los dominicanos; entre otros males.
Leonel, tirado a la calle con la humillante práctica de dar limosnas navideñas y tras cuatro discursos reactivando su campaña, dice que “tendrán que inventarse enemigos externos para unificar al partido”, de lo cual se desprende que el pueblo dominicano los ama y la oposición no existe. También llama a “volver a las raíces” e imagino que se refiere a retomar los valores y principios que les dieron origen a ese partido cuando Juan Bosch era un referente moral y se imponía el eslogan de “Servir al partido para servir al pueblo”, con lo cual pretende, obviamente, tomarnos el pelo.
Temístocles—Temo—Montás ha dicho que “todo lo que criticó Juan Bosch en el viejo PRD, hoy lo estamos viendo en el PLD”.
¿Hoy, o hace décadas?
Pero se queda corto porque su partido ha superado y en mucho, a lo largo de los años, todo lo que motivó la salida de Bosch del primer partido que fundara, porque el Profesor no tenía el aguante que ellos exhiben.
También Temo expresó en España que “de 1996 a la fecha, de tres partidos fuertes que había en el país, dos -el Reformista Social Cristiano (PRSC) y el Revolucionario Dominicano (PRD)- han perdido fortaleza y el PLD se ha quedado como único sostén del sistema de partidos en la República Dominicana”.
¡El PLD único sostén del sistema de partidos!
Qué timbales, diría mi padre, como si les preocupara la democracia dominicana; como si creyeran en la necesidad de la alternabilidad en el poder como garantía de sanidad democrática; como si Temo ignorara que fue su líder, Leonel Fernández, quien precisamente dividió a esos dos partidos, partiendo de una estrategia fríamente elaborada por asesores internacionales de políticos de derecha, que incluían, entre otras acciones:
- 1-comprar todos los dirigentes que tuviesen precio en el PRD a los fines de propiciar su división;
- 2–ampliar la cobertura de la tarjeta de solidaridad para garantizarse votos cautivos y debilitar el voto duro del PRD histórico;
- 3–dividir al PRSC;
- 4–una implacable campaña sucia de descrédito de los opositores, y para tales fines,
- 5– un gasto millonario en prebendas a periodistas corruptos;
- 6–alianzas políticas, pensiones y “facilidades” a reconocidas personalidades de las izquierdas; entre muchas otras deleznables acciones que fueron pagadas con el erario y el empobrecimiento de los dominicanos y las dominicanas.
El presidente Danilo Medina y sus llamadas «visitas sorpresas» parece mantener una campana política permanente de promoción personal, ofertando prosperidad, lo que es visto por algunos como una forma de tratar de perpetuarse en el poder.
El PLD celebra su 43 aniversario haciendo campaña de cara al 2020, pero también obvia hablar del escándalo que arropa a varios países latinoamericanos –incluido el nuestro–, según documentos publicados por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, dando cuenta de que Odebrecht, la organización global de origen brasileño, pagó aproximadamente 788 millones de dólares en sobornos en 12 países.
Y que en Dominicana, como dice el informe, la compañía brasileña “entregó 92 millones de dólares en sobornos a funcionarios del gobierno e intermediarios que trabajan en nombre de éstos. Las ganancias reportadas por estos negocios fueron de 163 millones de dólares”; sacados al erario y que fueron a bolsillos de los funcionarios de los gobiernos de Hipólito, Leonel y Danilo, proporcional y respectivamente. Y agrega que “A través de estos pagos hechos por medio de la DOE Odebrecht pudo influir en el presupuesto y las finanzas para ciertos proyectos del gobierno dominicano”; en perjuicio, no solo del erario sino también de profesionales, empresas y trabajadores dominicanos dejados fuera de los procesos de licitaciones que establecen nuestras leyes.
Y mientras en toda Latinoamérica este escándalo ocupa los titulares de los diarios, y en los países mencionados en el informe se da inicio a las correspondientes investigaciones por parte de los organismos judiciales, en el nuestro, el flamante Procurador parece estar esperando que los gringos les digan a cuáles manos fueron a dar esos millones de dólares.
Y nada va a pasar con este escándalo que irá al zafacón del olvido, a juntarse con la denuncia del desfalco millonario en la Junta Central Electoral que dirigía Roberto Rosario. Déficit que involucró el desfalco hasta de los dineros de las pensiones de los empleados y del pago a Impuestos Internos. Pero ya se anunció que la presidencia asumiría esas deudas, a costillas nuestras, porque, ¡claro!, agradecido sí es nuestro Presidente Medina.
Y es que no hay que graduarse en Harvard para entender el origen de las riquezas de muchos funcionarios y políticos peledeístas (pongo dos botones de muestra), ni cómo fue que un ex-sastrecito sanjuanero llegó a ser tan rico pero tan rico que expresó a un periodista que le era imposible cuantificar sus riquezas.
Pero todos sabemos que ese personaje era solo un segundón, una tapadera, “el hijo” de otro millonario al vapor, nacido en un barrio humilde de esta capital; si, ese mismo que ahora quiere volver al poder—perdón,–“a los orígenes “, pero jamás ni nunca a Villa Juana.