Por Juan Tomás Valenzuela
Por fin en ProCompetencia
se libraron de Yolanda,
un activo de la banda
de ese ungido en decadencia.
Saliendo de la gerencia
de esa buena para nada,
que sólo estaba enquistada
por lazos sentimentales,
con el titán de los males
que la usó por descarriada.
Se fue Yolanda Martínez,
como se fue su “marido”,
ese despreciable ungido
saiyajin de saiyajines.
Se lo lleván en patines,
la gente del PRM,
y todavía andan los memes
que anunciaban su derrota,
y hablaban de esta bichota
que quería que él la desñe…
Se fue esa loca, y con ella,
el tráfico de influencias,
que hicieron de esta gerencia
todo un huacal de botellas.
Y al irse, dejó sus huellas
en el contrato de un logo,
a un cundango demagogo,
que a más de ser su “marido”
estaba comprometido
con un rufián mistagógo.
Se fue, y se llevó con ella
el facsímil de un contrato,
que le asignaba a un novato
la designación más bella:
Replicar, sin dejar huellas,
el logo institucional,
por el cual debía cobrar
una suma suficiente,
pa’vivir plácidamente
sin tener que trabajar.
Se fue… pero no se irá,
el desastre de su impronta.
Con esa imagen de tonta
que vendía esa desgraciá.
No la sacán a patá,
como bien se merecía,
porque a su favor había
un contrato de servicio,
que era un ejemplo del vicio
conque antes se procedía.
Juan de los Palotes
23 octubre 2021