Por Juan Tomás Valenzuela
Eligio fue a Nueballol
a asumir el Consulado
que Luis, le había encomendado
por confianza y por honor.
El hombre fue con vigor
a asumir esa encomienda,
pero cuando vió la agenda
de ministros y de vices,
se le ancharon las narices
con toda esta componenda.
Cuarenta y siete mañosos
que no sirven para nada,
cobraban una chingada
del modo más oneroso.
De esa banda de azarosos,
no trabajaban ninguno,
y de ellos, treinta y uno
ni siquiera tenían visa,
y cobraban, muerto e’risa,
mientras yo aquí, sin ni uno.
Dice Eligio, que el trabajo
que requiere Nueballol,
él podría hacerlo mejor
sin todos estos carajos.
¡Aquí se acabó el relajo!
dijo firme el ingeniero.
-Si reducimos a cero
el cúmulo de botellas,
tan solo con 5 estrellas
yo le encuentro un bajadero.
Eficiencia, honestidad,
serán para esta gerencia,
lo mismo que es a la ciencia
compromiso y probidad.
El monstruo de liviandad
que gobernó esta nación,
hizo de la corrupción
algo peor que la pandemia
y aquella vida bohemia,
va a terminar en prisión.
Juan de los Palotes
23 agosto 2020